¿Villanas o heroínas? La pregunta parece infaltable en el universo de las tablas, donde como en el cine y en la televisión -sobre todo en las telenovelas- el mundo a veces aparece dividido en dos.

"Una villana es la imagen de una mujer que es autónoma, lo que produce un gran miedo en el hombre. Es fácil identificarse con ella porque en un mundo individualista nadie quiere ser el débil. Los personajes, en general, deben exhibir una vulnerabilidad u oscuridad para interesar. Y las villanas necesitan alguna debilidad, porque la gente está tratando de conocer a su propia sombra. Buscar la vulnerabilidad de una maldita y lograr que el espectador la entienda desde el punto de visto humano o comprenda que es víctima de las circunstancias es el desafío más grande", sostiene Manina Aguirre.

Rosita Ávila, a su lado, añade: "mientras sea teatro y me haya internalizado con el personaje, no tengo preferencias".

Jackie Anastasio Salas cuenta que ambas experiencias son muy interesantes: "no recuerdo haber desempeñado muchos roles como villana, pero considero que el escenario es un lugar de poder, por lo que cada personaje que se encarna debe ser tomado con respeto y responsabilidad".

Viviana Perea cree que sería muy divertido hacer de villana: "las heroínas son roles que les gusta representar a muchas actrices. Creo que son interesantes los distintos papeles, porque la diversidad te obliga a buscar y transitar el difícil proceso de creación del personaje".

"Villana o heroína, lo importante es construir desde uno mismo, sin estereotipos, evitando el cliché, armar una imagen propia sea el personaje que sea, sin moldes ni copias. Un actor debe asumir cualquier rol, e incorporarlo sin prejuicios", recomienda Huerto Rojas Paz.

"Las heroínas o villanas, aunque sean un cliché, tienen lo suyo, depende de cada actriz y director el vuelo y la riqueza que pueda alcanzar ese personaje, además del argumento o historia que seguramente ya desde el vamos se sostiene por sí misma. A mí me atraen ambas para interpretarlas, aunque confieso que las villanas me provocan un alerta diferente, más dinamismo, además de ser el antagonista trascendental mayormente. Estaría muy copado hacer una heroína diferente", evalúa Noé Andrade.

Ni buenos, ni malos

Liliana Juárez dice que no se puede hablar del bueno o del malo. "Por ejemplo, en la obra en la que estoy trabajando actualmente ("Sólo de a tres") mi personaje roba un megáfono y se compara con Schoklender, que tiene una Ferrari, que era malo? Luego se hizo buenito y ahora malito otra vez. En la actuación no busco los roles; ofrezco mi cuerpo para que entre el alma del personaje que estoy trabajando, no me interesan los roles".

"No hay un rol que prefiera, siempre me implica un trabajo dificultoso y de riesgo en el sentido de que el trabajo del actor es poner el cuerpo desde su visceralidad, animalidad y erotismo. Villanas y heroínas, me gustan las dos", confiesa Sandra Pérez Luna.

Eloísa Martínez Romero, por el contrario, no tiene dudas, y elige a la villana: "es una cuestión de sensaciones, me atraen más los personajes que no tienen que ver con mi forma de ser; soy más bien tranquila, mi imagen da más para un papel de mujer buena, apacible, pero puedo convertirme en perversa. Todos tenemos un perfil bueno y malo y resulta interesante saber explotarlos. En el corto tiempo que llevo actuando pude hacer los dos papeles y me encantaron ambos".