Desde lo alto del retablo mayor, el Arcángel San Miguel protege a los fieles. Es la misma imagen que los franciscanos trajeron desde la antigua Ibatín, hasta el actual emplazamiento de la ciudad. Ayer el arzobispo de Tucumán, monseñor Alfredo Zecca, conmemoró junto a los frailes y a la comunidad los 120 años de consagración de ese templo a San Miguel Arcángel, príncipe de la milicia celestial y protector contra los males y el demonio.