Los opuestos no se atraen. Así, sin vueltas. Derribemos mitos que nos han condenado a estar con una persona diametralmente opuesta. En las cosas básicas de la vida es mejor que ambos coincidan. Beatriz Goldberg, psicóloga y autora de varios libros, entre ellos “Quiero estar
bien en pareja”, afirma que esa peculiaridad que al principio puede resultarte atractiva, con la convivencia se transforma en un dolor de muela: “si ella es muy introvertida y él es un charlatán, seductor y le gusta llamar siempre la atención... Al principio, puede resultar atrapante, pero después seguro  que es una molestia”.
La cosmovisión debe ser compartida. Para mantener la paz en la pareja hay temas clave en los que hay que acordar previamente. “La religión, el tipo de crianza de los hijos, la intromisión de la familia política, el manejo del dinero son algunos de los tópicos en los que hay que poner reglas claras”, indica Goldberg.
En definitiva, se trata de un reconvenio permanente. De lograr un equilibrio entre lo que pido y lo que doy. Salvo que nuestra pareja sea
una persona sumisa y manipulable, no se puede pretender que las cosas
siempre salgan como las quiero. “Hay que lograr equilibrar el proyecto individual y el de la pareja, o no va a funcionar”. Las quejas y reproches deben ser en bajas dosis, si no es contraproducente. Ser muy peleadores, ese es el rasgo de las parejas actuales. “Discutir todo el tiempo no es bueno, pero sí charlar todo. Las cosas no hay que  acumularlas, porque después cuando uno explota el otro no entiende por qué lo hace con tanta furia”, indica Goldberg. Entonces, ¿es posible
convivir amigablemente? Sí.

1) NO COMPETIR - LOS LOGROS DEBEN SER FESTEJADOS EN PAREJA
Quién gana más, quién está más cansado, quién cambia más pañales, quién se ocupa más de la casa, quién cambia más focos, quién pagó la última compra del súper... La lista de tópicos por los que la pareja puede competir es interminable. El famoso “echar en cara” es lo que mejor nos sale, a decir verdad. Hoy, que por lo general los dos trabajan, es muy frecuente que se intente sacar a relucir que el esfuerzo es igual de grande y de importante que el del otro. Los especialistas explican que nunca hay que olvidar que una pareja debe ser como un equipo, en el que los dos tiran para el mismo lado. Saber que si a uno le va bien, a los dos les va a ir mejor. Que el logro de uno es un logro para la pareja. De otra manera, serían dos individuos compartiendo un techo, dividiendo áreas y pagando los servicios.

2) NO REPROCHAR SIEMPRE HAY MEJORES FORMAS DE DECIR LO QUE NOS MOLESTA
Seguramente, este punto es uno de los más difíciles de controlar. Siempre van a existir actitudes que nos molesten del otro y siempre vamos a encontrar la peor manera para decírselo. Beatriz Golberg explica que lo mejor es utilizar una técnica inversa: primero resaltar lo bueno y luego decir lo que nos molesta. Por ejemplo: “vos que sos inteligente, podrías haber previsto que esto iba a pasar” o “vos que sos tan linda, no necesitás ponerte eso”. El reproche no conduce a nada positivo. De hecho, genera una barrera en la pareja y provoca una catarata de reproches de ambos lados. La clave es la tolerancia (¡nada menos!) y aguantar distintos puntos de vista. De alguna manera poner en práctica eso de “elegir las batallas” y antes de largar el dardo preguntarse si es verdaderamente necesario.

3) NO ASFIXIAR ES BUENO TOMAR AIRE Y TAMBIÉN DAR ESPACIO
Más te obstinás en saber qué es lo que hace a cada minuto, más se aleja de vos. Al principio, como todo, puede aparentar un gesto de alguien que es atento, que se preocupa por vos. Pero luego caerás en el inevitable: “¡dejame vivir!”. Una pareja tóxica que quiere controlarlo todo es un fracaso a largo o mediano plazo. Si hay inseguridad y desconfianza, entonces deberán tratarlo por otro lado. Buscar las razones profundas que despiertan esa actitud. La pareja necesita su espacio, un momento de libertad. Con la familia sucede algo similar. Pilar Sordo, autora de “¡Viva la diferencia!”, señala que la mujer está acostumbrada a estar en todo. A ni siquiera cerrar la puerta del baño por miedo a no tener el control. A veces, habría que tratar de no intervenir para ver que el mundo sigue funcionando igual.

4) NO PERDER LA CALMA CONSERVAR UN TONO QUE PERMITA EL DIÁLOGO
La tensión aumenta y casi simultáneamente el volumen de la discusión. Siempre sucede lo mismo, tu pareja es un fósforo: se prende ante
la primera fricción. Un diálogo en esos términos es insostenible. Si ya se conocen y saben que no llegan a buen puerto, entonces los especialistas recomiendan buscar terrenos neutrales; por ejemplo, un bar. Allí hay que mantener las formas y no se puede dar rienda
suelta a la locura. Para conservar nuestra salud mental será mejor aprender a tratarlo y así no llegar a que todo se transforme en un griterío. Goldberg recomienda plantear charlas diarias para no ir acumulando broncas. Si sabemos que le cuesta conversar sin exaltarse, entonces procuremos plantear los temas con tranquilidad y antes de comenzar digamos: “quiero que hablemos en paz”.

5) NO MALINTERPRETAR QUE NO SE PAREZCA A UN TELÉFONO DESCOMPUESTO
Seguramente, no hay nada más cansador y desgastante que decir algo y que el otro malinterprete o dé vuelta la tortilla. A veces es porque no sabemos expresarnos correctamente, pero muchas otras es un tipo de artimaña para desviar la discusión. Cuando menos te das cuenta ya pasaron 40 minutos y no pudiste hacer que entienda lo que te pasa. Sin querer, están jugando el teléfono descompuesto. Una táctica que recomiendan los especialistas es que el tema se vaya planteando de a poco y que vos le digas: “entiendo lo que me decís, ahora escuchá lo que te estoy planteando”. La estrategia de ponerte en el lugar del otro,
automáticamente hace que esa persona sea más razonable y esté predispuesta a escuchar y a entender lo que vos le estás diciendo. Dar el primer paso es signo de madurez.

6) NO COMPARAR MIRAR PARA AFUERA SÓLO TRAE FRUSTRACIÓN
Te carcome la cabeza ver cómo hay parejas que pareciera que siempre están bien, que en las reuniones se prodigan besos y mimos. Da la
sensación de que acuerdan en todo. Vos y tu pareja se muerden los 365 días del año por cualquier cosa. Entonces, crees que no sos feliz. Que la felicidad es eso que los otros tienen y de lo que vos parecés estar muy lejos. “No es bueno comparar porque no sabés en qué cede cada uno para lograr la armonía”, explica Goldberg. Quizá, ella o él estén dejando de lado proyectos personales, callen sin estar convencidos, todo por conservar la armonía. Pero la especialista advierte que esto puede servir en el presente y luego explotar. “Ninguna pareja es perfecta, todas tienen conflictos que resolver”, agrega. Obviamente, sí hay parejas felices que pelean menos.

7) NO INSULTAR LOS GOLPES BAJOS HIEREN Y NO SE OLVIDAN
Generalmente el insulto y la descalificación llegan cuando no se tienen argumentos o no se los puede sostener. Si lo que se discute es razonable, no hay necesidad de herir con palabras que van a dejar una cicatriz en la psiquis de nuestra pareja. Por lo general, el que insulta lo hace buscando el quiebre y automáticamente alejando toda posibilidad de un diálogo civilizado. Los especialistas aconsejan que ante el primer insulto, el otro opte por abandonar la charla, dejando en claro que lo hace porque no va a tolerar malos tratos. Hay que marcar los límites una y otra vez, hasta el hartazgo. Tratar de que el intercambio de palabras se produzca en un clima de tranquilidad y fuera del terreno de la agresividad. Si lo permitiste una vez, entonces sentás un precedente del que costará volver.

8) NO ACUMULAR LAS HISTORIAS VIEJAS HAY QUE DEJARLAS PASAR
¿No te pasó que comenzaste a discutir por el desorden en el baño y terminás remontándote a las vacaciones del año pasado? Le cuestionaste que haya llegado tarde y terminás diciéndole que lo mismo te hizo la Navidad de hace dos años. ¿Que pasó? “Uno junta material y no lo va largando, entonces, cuando lo hace pasa factura de todo junto”, explica Goldberg. Es por eso que cada vez que nos molesta algo lo mejor es decirlo. Tampoco que se convierta en un “sincericidio” cotidiano, como señala la psicóloga. Hay que tratar de no acumular viejas historias. “Los varones tienen un pensamiento más lineal y el de la mujer es más complejo. Por eso, el hombre a veces no sabe de dónde viene el reclamo”, agrega. Si ya pasó, entonces, ¿para qué traerlo al presente?

9) LA FAMILIA POLÍTICA SABER PONER LÍMITES Y NO USAR LOS DEFECTOS EN SU CONTRA
“Ahí está, igual que tu mamá” o “tenés la misma respuesta que tu viejo”. Es casi imposible evitar que la familia política se cuele en nuestras discusiones. Como a tu suegra no se lo podés decir en la cara, entonces
aprovechás para hacer un doble reproche: a él y a su madre de la que heredó eso que a vos tanto te molesta. Concentrate: no es con ella el
problema, sino con tu pareja. “Las suegras son un gran tema, al igual que el de la familia política. Generalmente, si le tenemos bronca a nuestra suegra se la tenemos a la pareja. Para evitar más roces hay que poner reglas y establecer hasta dónde van a permitir que los de afuera se metan en las cuestiones de la propia familia”, apunta Goldberg. Siempre hay que tratar de mediar y mantener un equilibrio, sobre todo si hay niños en el medio.

10) NO SER TERMINANTE SIEMPRE HAY MÁS DE UNA OPCIÓN PARA SOLUCIONAR EL PROBLEMA
Nuestra mirada no es la única respuesta posible, aunque nosotros creamos que sí. El otro siempre puede mostrarnos -si lo dejamosque
hay otros puntos de vista y formas de resolver un conflicto. Hay que aprender a ser más receptivos y desarrollar la capacidad para escuchar. Los blancos y los negros no sirven en cuestiones de pareja. Las cosas siempre son un poco más complejas y puede existir una paleta de colores para resolverlas. Por un momento, preguntate si eso que te está diciendo no podría ser así. Dudá y cuestioná tus propias respuestas. Salvo en cuestiones fundamentales, como infidelidad, violencia u otros conflictos que destruyen la unión familiar, todo lo demás tiene solución. Mejor dicho, tiene varios tipos de opciones para arribar a un mismo resultado: un minuto de paz.