ACTÚA HOY
A las 22.30, en la Peña "La 9 de Julio" (9 de Julio 345).
"Pasar una tarde con don Sixto Palavecino equivalía a leer varios libros. Él fue el responsable absoluto de que a mí me fascinara el violín". Lo dice hoy, a los 34 años, pero ya a los cuatro Leandro Lovato empuñó su primer violín.
El abuelo santiagueño que fue a trabajar en el puerto de Rosario determinó que Lovato naciera en Granadero Baigorria, muy cerca de esa ciudad. Y él habla en rosarino, pero expone sus raíces todo el tiempo. "En mi casa pernoctaban, de paso a Buenos Aires, Sixto, Jacinto, Peteco... Sobre todo Sixto Palavecino, que era muy amigo de mi abuelo, Francisco Solano Lovato -enfatiza-. En la casa que de a poco hicieron en Rosario, mis abuelos no tenían piso, pero sí el horno de barro y la parrilla... Esa era la filosofía de vida, tal como en su tierra. Mi abuela me enseñó a picar carne a cuchillo, a oflar con un palito de escoba los bollitos de masa para hacer las empanadas. Terminaban las clases y pasaba los tres meses de vacaciones en Santiago".
"Tengo amigos rockeros, de Litto a Fito, toda la trova rosarina; me junté con todos e intenté hacer otras cosas, pero sólo cuando canto una chacarera me siento pleno", dice. Y es obvio: su potencia aparece en el escenario, no sólo con su aliado, el violín Cremona, sino también en el canto.
Lovato estudió música clásica para llegar al folclore, y anhela inculcar a los chicos que puedan rendir en las escuelas de música con Atahualpa Yupanqui y Cuchi Leguizamón.
A los 16 empezó a componer sus primeros temas. Declara que Tamara Castro -su amiga entrañable- le enseñó "el oficio que nadie enseña", el de músico, ya que integró su grupo, y la reconoce como referente, tanto como a Sixto a los Carabajal y al Chaqueño Palavecino.
Ese andar por los caminos, desde antes de ser Consagración Cosquín 2007, desgranará Lovato hoy en la peña "La 9 de Julio". Allí sonarán temas de sus cinco discos, e incluirá algunos que ya se perfilan para una nueva grabación.
Mucho pelo
"Tengo pelo. Mucho. La gente cree que soy pelado -explica sobre su característico gorro de hilo blanco-. Doña Rosa, de Brandsen, teje para vender. Yo le compré cuatro, regalé tres y me quedé con uno. En una de las fotos para el primer disco lo tenía puesto y ya no me lo pude sacar más. Ahora me los regalan en todas partes, hechos con lana de cada lugar".