El escenario es el mismo. Las imágenes, los aromas a ollas populares y los sonidos de los bombos, también. Desde la semana pasada, los enfermeros del hospital Centro de Salud reviven una historia que protagonizaron hace más de 20 años. Entre 1985 y 1989, fueron la punta de lanza de diversos reclamos salariales que concluyeron tras la toma del edificio durante dos días. Al igual que entonces, el jueves, los autoconvocados de la salud de ese nosocomio acamparon en los pasillos de la institución.
Los relatos amarillentos dejan entrever algunas coincidencias con el conflicto actual. Sin embargo, los enfermeros creen que ahora la situación es peor.
Érase una vez...
"Antes estábamos más unidos. Éramos compañeros de años. Ahora hay mucha gente nueva. Aquella vez nos unía un sentimiento fuerte", introduce Inelda Abdala, sentada frente a un brasero, en uno de los piquetes que los trabajadores del Siprosa montaron en el hospital. La mujer que desde hace 30 años acompaña y cuida a los pacientes que pasan por esa institución recuerda que el reclamo también era para obtener mejores sueldos. Pero, en esa oportunidad la toma era motorizada por la Asociación de Trabajadores de la Sanidad Argentina (ATSA) y sólo era apoyada por un puñado de médicos. "Día y noche estábamos ahí afuera, en la galería de entrada (sobre la avenida Avellaneda). Nadie entraba, estaba parecido a ahora el hospital. Lo único que funcionaba era la guardia", relata. Detalla que bajaron de los pisos superiores a todos los pacientes internados y los ubicaron en la planta baja. "Nos turnábamos para atenderlos. Éramos un montón", dice con una sonrisa.
"Recién en estos últimos años los médicos se unieron a la lucha. No tenían buena relación con ATSA, que no reunía a los profesionales", completa el médico Carlos Ovejero, que sigue con atención las palabras de Inelda. El ginecólogo afirma que "duele" tomar la institución: "estar horas sin poder trabajar es desgastante. Pero debemos defender nuestros derechos. Llevo 32 años de servicio y me jubilaré con un haber magro".
Los testimonios afirman que hace 20 años también ocurrió en invierno, lo que hacía más duras las vigilias. Los locros y los guisos amenizaban la espera de una respuesta. Afirman que cada uno aportaba un ingrediente y que, por ello, todo sabía mejor.
"En esa época éramos muy pobres, el sistema era muy precario. Cocinábamos para todos y compartíamos", confirma Mario Macías. Trabaja desde hace 29 en el lugar y remarca que los empleados siempre le "pusieron el hombro" al nosocomio. "En los 80 tuvimos éxito, nos llamaron a la Casa de Gobierno y se solucionó. Inmediatamente volvimos a trabajar. Ahora no entiendo... se quieren hacer los duros con los trabajadores. Es un Gobierno insensible", compara indignado.
Elvira, que prefirió reservar su apellido, recorre las salas del Centro de Salud desde hace 37 años. Convencida, dice que el Gobierno es sordo. "Ahora la situación es peor que en la toma anterior. La enfermera es la que convive a la par del paciente, viendo el dolor y la miseria. Nos duele mucho que no les importe a los que están arriba", rezongó.