La pregunta antes de entrar al show era difícil de esquivar: ¿lograrán Pancho Varona y Antonio García de Diego hacer su propio show, despegándose aunque sea un poco de Joaquín Sabina?

Los músicos españoles arrancaron su gira por la Argentina en Tucumán. "Esto se está volviendo una maravillosa costumbre", dijo Varona con la guitarra acústica en la mano. De esta manera largó la primera referencia al andaluz de la voz de serrucho: con él también iniciaron una gira acá, cuando actuaron en marzo en el Monumental. Con solo nombrarlo el público devolvía aplausos a manera de homenaje. Ellos son el trasfondo; lo que hay detrás y que no siempre se ve de esas canciones que cruzan el charco con la seguridad absoluta de que en Argentina encontrarán hospedaje de privilegio. Y demuestran, en clave de sol, que sin ellos Sabina no sería quien es hoy y viceversa. Ellos son la poesía, la melodía que enamora; Joaquín es la falda levantada a la luna, el misterioso magnetismo de los amores que matan.

"Nos sirvió para el último gramo / el cristal de su foto de boda / no faltó ni el desfile de moda / de ropa interior", canta Varona con una dulzura implacable y acústica: gusta, seduce... tienta. Pero se extrañan las noches vividas en la garganta del hombre de cigarrillos, whisky y sombrero bombín. Arriba del escenario, el fenómeno sabinero se deconstruye y se explica por sí mismo sin disimulos.

Sorpresas y noche larga

"Noches sabineras" pasó por primera vez por Tucumán, sobre el escenario del Teatro Alberdi. El show de los músicos que acompañan y que componen junto a Sabina empezó pasadas las 22 y terminó ¡a la una de la mañana! Fue una noche cálida, en la que hubiera sido igual el enorme escenario o la guitarra de Varona y el teclado de García de Diego mezclados en la platea, porque la velada fue un enorme abrazo con el público, recorriendo las obras que a unos y a otros les tienen el corazón atrapado.

Ellos lo habían anunciado y antes del show Varona recorrió el foyer buscando "valientes, no cantantes" para el karaoke arriba del escenario. Una decena de fans se anotó en la lista, del mismo modo en que lo hacen quienes asisten hace años a las "Noches Sabineras" en pequeños bares de Madrid. Se animaron y subieron, pero antes las sorpresas: la cantante tucumana Cecilia Paliza interpretó una escalofriante versión de "Y sin embargo". Más tarde, con timidez, salió del palco Ismael Serrano para cantar "Calle melancolía.

"Es que existe vida antes de Sabina", propone García de Diego; "claro, sí, pero eso no es vida", replica el compañero, y es una de las tantas muestras de su genuina admiración por Joaquín, como si ellos no fueran también hacedores del fenómeno. ¿Y la pregunta del principio? No tiene ningún sentido responderla.