"Hoy todos hablan que el fútbol argentino es un caos por el descenso de River, pero en realidad esto enriquecerá al deporte", se apuró en aclarar Jorge Adrián Amalfitani. El es nieto de José Amalfitani, un hijo de inmigrantes italianos que se transformó en un dirigente modelo que, con una gestión ejemplar, llevó a Vélez a ocupar los primeros planos a nivel nacional e internacional. "Nuestra historia comenzó cuando descendimos en 1939. Vivimos ese proceso y hoy, por infraestructura y por títulos, somos grandes", destacó el licenciado en Recursos Humanos y en Relaciones Institucionales que reside en esta provincia desde hace 15 años.

Sin ponerse colorado, el profesional sacó una serie de recortes y fotos para demostrar que el club de sus amores se fue a la Primera B por un partido medio arreglado. "Independiente, que ese año ganó todo, debía vencer a Atlanta para que nos salváramos. Pero perdieron 6 a 3 y nos condenaron al descenso. En la temporada siguiente, tres jugadores del ?bohemio? pasaron al ?rojo?", comentó con voz fuerte, demostrando que la herida por ese golpe todavía permanece abierta.

- ¿Y cómo se produjo la resurrección?

- Hubo un quiebre en el club porque se perdió la categoría. Los miembros de la comisión directiva convocaron a mi abuelo, que ya había sido presidente del club. Esa noche, a pesar de tener dolor de muela, se presentó y les dijo: ?yo voy a sacar adelante al club?. Le hicieron caso y todo comenzó a solucionarse, a pesar de que no comenzó bien.

- ¿Qué pasó?

- Los participantes del encuentro salieron todos juntos de la reunión. Iban cantando por la calle y fueron detenidos por la Policía. En esos tiempos estaban prácticamente prohibidas las manifestaciones. Terminaron en un calabozo.

Amalfitani se emocionó con cada anécdota que contó en LA GACETA. Con su relato rescató los más gratos recuerdos de su infancia y adolescencia. "Mi abuelo fue un líder a pesar de ser un simple constructor. Si se hubiera dedicado a la actividad empresarial, por su personalidad, perseverancia y visión, podría haber sido un magnate. Pero no, él murió en su casa, donde vivía con sus hijos", recordó.

- ¿Cómo logró hacer de la nada tanto?

- Una de sus mayores virtudes fue convocar a la gente para que lo ayudara. Siempre estaba con la carretilla y la pala y los demás lo acompañaban sin problemas. Además fue un visionario impresionante.

- ¿Por qué?

- Nunca supimos cómo lo hizo, pero consiguió un crédito para comprar el predio donde hoy está el estadio. En los años 40 era una laguna y se inundaba cada vez que se desbordaba el arroyo Maldonado cuando todavía no estaba entubado. Él, a cada uno que se los mostraba, les decía que ese sería un punto neurálgico de Buenos Aires. Y no se equivocó en lo más mínimo, hoy tiene entre 15 y 20 hectáreas y está ubicado en un lugar espectacular.

El nieto de Don Pepe, como aún lo llaman los fanáticos del equipo de Liniers, con mucho orgullo, reconoció que su abuelo fue un gran gestor. De la nada, en seis años, logró levantar el estadio que se transformó en un ejemplo. "Lo comenzaron a construir en 1942 y lo inauguraron en 1948. Todo se hizo a pulmón y su forma de ser lo ayudó muchísimo a cumplir con su objetivo", destacó.

- ¿A qué se refiere?

- Siempre se las ingenió para generar recursos. Una vez que tuvo el predio, fue a la empresa que estaba construyendo una avenida en la zona y les pidió que le tiraran tierra para rellenar el terreno. Antes había pasado por un frigorífico de un amigo para que le regalaran chorizos. Los camioneros descargaban y, de regalo, comían un choripán.

- ¿Ese fue el único aporte que recibió?

- No, para nada. Se las ingeniaba para conseguir un montón de donaciones. Después, en determinados momentos, hacía fiestas o reuniones para agasajar a los que habían aportado algo. Él conducía la ceremonia y nombraba a las personas que habían colaborado para que los aplaudieran. Pero a veces también mencionaba a otros que no habían entregado nada y después los visitaba para pedirles algo. Por supuesto que nadie le negaba nada. Hasta se ganó la construcción de las veredas de la zona de boleterías del estadio en un partido de cartas.

- ¿Cómo fue eso?

- Una vez se reunió en un almuerzo con un intendente. Después decidieron jugar al truco. Él apostó esa obra y se terminó ganando. Esta anécdota pinta que siempre pensaban en el bien del club.

- Se transformó en un ejemplo de gestión...

- Y de administración también. Era un dirigente muy especial. Cuando se hacían bailes para recaudar fondos en la sede, él personalmente recorría los salones apagando las luces para disminuir los gastos. Los domingos, descolgaba el teléfono de casa para que no lo llamara nadie pidiéndoles entradas. No quería atender ni a su familia para evitar decirles que no.

- ¿Siempre estaba pensando en los números?

- Mi abuelo hacía todo pensando en el club. Su objetivo era mantenerlo bien saneado. No me olvidaré nunca la primera vez que salimos campeones. Como él ya estaba enfermo, no fue a la cancha. Después de haber terminado el encuentro, fuimos todos caminando hasta la casa para festejar el logro que se acaba de conseguir. Todos cantaban y festejaban, pero en medio de tanta alegría, lo primero que hizo fue preguntarnos cuanto dinero se había recaudado.

- ¿No le interesaban los títulos?

- Hay muchas anécdotas sobre ese tema. Una vez vino un hincha y le dijo: ?Don Pepe ahora queremos salir campeones?. Él enojado, le respondió: ?acá se hacen estadios y salones para la gente. Vos querés salir campeón hacete de Boca o de River. Nunca me enteré que alguien le haya hecho un planteo de ese nivel.

Amalfitani murió el 14 de mayo de 1969, cuando estaba a punto de cumplir 30 años consecutivos como presidente de Vélez. A pesar de que muy pocos lo saben, la AFA eligió esa fecha para conmemorar el Día del Dirigente Deportivo. "Llevar su apellido es un honor, pero lo más importante es disfrutar su legado. En realidad mi abuelo hizo todo lo posible para que Vélez sea un grande de verdad en el fútbol argentino", opinó emocionado el nieto de Don Pepe.

- ¿Vélez debe estar entre los cinco grandes?

- No es que sea soberbio, pero todos los hinchas, que amamos al club, lo vemos como un grande. Y lo digo no sólo por los títulos que conseguimos en los últimos tiempos, sino por la infraestructura con la que cuenta. Y con el descenso de River todo esto se potencia más, no por el fracaso deportivo del club rival, sino porque nosotros hicimos bien las cosas en todos estos años. Siempre pensamos tener primero la infraestructura y después en cosechar los títulos. Evidentemente no equivocamos los caminos.

- ¿Esa es la filosofía de su club?

-Por supuesto. Desde mi abuelo que se mantiene ese pensamiento. Todos los jugadores son del club. En el año que salimos campeones con (Marcelo) Bielsa de los 11 titulares, 10 eran jugadores del club. Ahora ganamos el título con el equipo base que conseguimos el Clausura de 2009. Seguimos teniendo el mismo gerente desde hace 25 años, el mismo entrenador, el manager, que es un ex jugador y los mismos utileros. Somos, como soñó mi abuelo: una familia que se brinda por entero al club de sus amores.