Su rostro cambió cuando anunciaron qué testigo continuaría declarando. Griselda Antonia Rojo, la madre de la acusada Ema Gómez, sería la siguiente en hablar.

La ex agente, que había permanecido abriendo y cerrando su cartera, quizás algo aburrida y comiendo caramelos, abrió sus ojos de par en par ante el anuncio.

Con el ceño fruncido miró fijamente a su madre. Con las piernas enfundadas en unas medias negras de encaje y los brazos cruzados, no se permitió ninguna distracción.

Rojo parece muy serena, pero su hija no puede disimular los nervios. Con cada afirmación, Gómez asiente y esboza una sonrisa en su rostro. Por momentos mira a su abogado, Mario Mirra, y le hace señas. Se la ve más alterada que cuando ella misma declaró.

La madre de la acusada habló de la relación de Gómez y el juez de Menores Héctor Aráoz, y fue en ese momento cuando una sonrisa le brotó a ambas. "Era excelente", manifestó Rojo. La acusada no pudo guardar más y explotó en un llanto (foto) que perduró hasta el cuarto intermedio.

Al iniciar el receso, Gómez salió apurada y, junto a su madre y su pareja, compartieron un café en el bar del Colegio de Abogados. Allí ella se tranquilizó. Luego, sonrientes, regresaron a la sala.