El autor ha escogido una serie de episodios "que explican los aportes más destacados a la ciencia universal de los científicos y científicas argentinos". A ella se agregan capítulos ("ciencia e historia") que ofrecen un contexto para dicha serie. Quedan fuera del registro la tecnología, la medicina y las ingenierías: el volumen pretende ocuparse de la investigación fundamental o básica.
De Asúa registra al astrónomo santafecino, el jesuita Buenaventura Suárez (1679-1750) como el primer científico criollo. O como ejemplo de "quizás el único caso de un experimento propiamente científico llevado a cabo y publicado durante el período de la Revolución de Mayo". Y también al médico británico Joseph Redhead (1767-1847), quien en un viaje de descenso entre Potosí y San Miguel de Tucumán, fue midiendo cómo disminuía el volumen de la masa de aire encerrada en tubos de vidrio (en clara continuidad con los experimentos, un siglo atrás, de Torricelli y Pascal sobre la presión atmosférica)
El autor pasa revista a la creación de instituciones como la Universidad de Buenos Aires (1821), el Observatorio Astronómico Nacional y muchas otras; a los aportes de Belgrano, Rivadavia, Sarmiento, Avellaneda o Roca en el afianzamiento institucional del saber científico.
Imposible dar una idea en estas breves líneas del enorme catálogo de autores mencionados en más de 300 páginas. Más que análisis de ideas científicas, hay registro epocal de fechas y acciones. Trabajo de recuento. Sin duda útil para el enfoque académico como ordenador de la historia de la ciencia argentina, más que para la comprensión de las teorías en juego que movilizaron ese hacer. © LA GACETA