BUENOS AIRES.- Está mal y no se pueden tomar a risa las declaraciones de un ministro de Economía, por más que el argentino, Amado Boudou, haga méritos diarios para la chacota. Pero dejarlo pasar sin buscar una raíz política en su proceder significaría consentir que el funcionario tiene patente para tomarle el pelo a los ciudadanos.
Boudou intenta siempre argumentar a favor de defender situaciones que él no ha diseñado ni maneja, como son la cuestión inflacionaria o el gasto creciente, herencias de los tiempos de Néstor Kirchner. Pero su proceder quizás se explique mejor desde la interna política, ya que son tantos y tan seguidos sus deslices que parecería que él se ha decidido a defender lo indefendible, quizás para hacer méritos puertas adentro del Gobierno y acallar a quienes todavía lo acusan de ser un neoliberal redomado. Hoy, por ejemplo, el funcionario no tuvo empacho en convertirse en la versión masculina de Lita de Lazzari y salió a pedirle a los consumidores que caminen de comercio en comercio para tratar de atenuar lo que él llama volatilidad o dispersión de los precios. Para el ministro, son los empresarios y los comerciantes quienes tienen la máquina de remarcar, aunque él se cuida mucho de señalar que la política fiscal y la política monetaria son las que les recargan la lapicera, algo que hasta el menos avisado sabe. A juzgar por esta serie de recurrentes bloopers que subestiman la inteligencia de quienes podrían ser sus votantes, el postulante a jefe de Gobierno porteño parece decidido a ser militante antes que candidato, poniendo su cabeza en la guillotina, aún a costa de tirar por la borda su sueño electoral. Daniel Filmus y Carlos Tomada, agradecidos.