Vivir en una caja de cristal. No ver y ser visto. Desconocer la intimidad, despegarse de lo privado, acostumbrarse a la polémica, soñar con la fama y el dinero. Esas son algunas de las consecuencias de entrar en el reality de Gran Hermano: una casa que se convierte en pantalla que, a la vez, se convierte en baúl de guardar infinitos temas y controversias. Para algunos, el sueño del pibe. Para otros, un peligroso modo de llegar a la farándula. LA GACETA invita a sus lectores a contar si les gustaría entrar en la casa más famosa del país. ¿Por qué? ¿Cuál sería tu estrategia? LA GACETA ©