Finalmente, apareció la Presidenta. A las 11 Cristina Fernández de Kirchner ingresó, junto a sus hijos Máximo y Florencia, al Salón de los Patriotas Latinoamericanos del Bicentenario de la Casa Rosada, donde se eligió velar a Néstor Kirchner. La decisión ya fue un mensaje. Se evitó que la despedida fuera en el Congreso de la Nación donde se hubiera agrandado la figura de Julio Cobos. El vicepresidente y Eduardo Duhalde fueron advertidos de que no debían ir a saludar a Cristina. En cambio, las primeras imágenes que transmitían la televisión mostraron al gobernador tucumano José Alperovich y a su esposa, la senadora Beatriz Rojkés.
Apenas se abrieron las puertas de la Rosada empezó el desfile de argentinos que hicieron largas colas para pasar frente al ferétro cerrado, tal cual lo habían pedido los familiares de Kirchner. Fue notable la presencia de miles de jóvenes que fueron a dar su último adiós a quien les contagió pasión por la política. Por la tarde fue el turno de los presidentes. Lula Da Silva, José Mujica, Hugo Chávez, Rafael Correa, Sebastián Piñera, Juan Manuel Santos, Evo Morales y Fernando Lugo, con sus presencias, dieron un importante respaldo político a la primera mandataria. No hubo declaraciones de Cristina ni gestos de poder. Entre bambalinas, los funcionarios fueron muy duros con Cobos.
En los ámbitos financieros se reclama prudencia. En Tucumán, en tanto, el arzobispo Luis Villalba ofreció una misa en honor de Kirchner.