NUEVA YORK.- Algunas sociedades siguen viviendo en la Edad Media. Bibi Aisha, una mujer afgana, pueda dar prueba de ello. Tenía sólo 18 años cuando fue mutilada y abandonada por su marido para que muriera desangrada. El cumplió de esa manera un castigo ritual ordenado por un líder talibán. El delito fue "avengozarlo", al huir por los malos tratos.

Hoy Aisha tiene un año más, y mostró esta semana su nuevo rostro gracias a una prótesis nasal. Su caso se conoció cuando su foto fue tapa de la revista "Times", donde dio testimonio de su triste historia.

Aisha con tan 12 años, fue entregada junto a su hermana menor a un guerrero talibán para saldar una "deuda de sangre", después de que un tío de las muchachas asesinó a un familiar del líder religioso. Años después, Aisha se casó con el talibán, quien la mantenía encerrada en un establo. Ella y su hermana eran sus esclavas y las azotadas frecuentemente para castigar el crimen de su tío.

Aisha escapó, pero el año pasado su esposo la encontró en Kandahar. Ya en su casa, cumplió con de la orden de un juez talibán: le cortó las orejas y la nariz. Según la cultura pashtun, cuando un marido es avergonzado por su esposa es como si perdiera la nariz, por lo que se impone un castigo similar.

Asha, que fue abandonada para morir desangrada, fue encontrada por unos trabajadores humanitarios estadounidenses que la llevaron a un refugio secreto para mujeres víctimas de la violencia y luego fue enviada a EEUU para que fuera operada. (Especial)