Su pareja le consiguió el trabajo en la mina cinco meses antes de que se produjera el derrumbe. "No saben cómo sufre el alma al estar bajo tierra y no poder decirles que estaba vivo. Los primeros días no podía dormir pensado y llorando, y pidiéndole a Dios que me sacara de aquí e hiciéramos contacto con la máquina perforadora que a veces pasaba por otro lado y no caía cerca de nosotros", le escribió a su familia. LA GACETA ©