Comenzó a recolectar uva, como hacía su madre, y luego trabajó como obrero de la construcción. Hasta que las deudas lo asfixiaron. En 2009 pidió un préstamo y, como no tenía para devolverlo, entró desesperado a la minera. Se entretiene escribiendo cartas e imaginando el futuro. Su novia, Cristina, también. Desde adentro, le pidió matrimonio a través de una misiva. La amada aceptó. LA GACETA ©