NUEVA YORK.- B.B. King se despidió hace seis años. Sin embargo, poco después volvió a viajar con su "Final-Farewell-Tour" por Europa. "Mientras el público me quiera ver, seguiré actuando", afirma cuando se lo preguntan.
Frágil y con dificultades para caminar, pero aún lleno de energía y buen humor, esta leyenda del blues sigue pasando casi una noche de por medio sobre un escenario, una verdadera proeza si se tiene en cuenta que hoy cumple 85 años.
Amarillo (Texas), Biloxi (Mississippi), Memphis y Nashville (Tennessee), Calgary y Ottawa (Canadá) se encuentran entre sus próximas estaciones. En noviembre tiene previstas 17 actuaciones. Con "Lucille", como llama cariñosamente a su guitarra, este afromaericano toca y canta el blues estadounidense como lo escuchaba de niño en el delta del Mississippi.
Sólo una cosa es mejor que "Lucille", le reconoció el "Rey del Blues" a su biógrafo: "buen sexo con una buena mujer". Sus dos matrimonios fracasaron. Al parecer tuvo 15 hijos con 15 mujeres distintas, ninguno dentro de sus matrimonios. "Siempre tuve una buena relación con las madres de mis hijos, antes, durante y después", dice.
Si bien el blues, la forma primitiva del jazz, es su vida, le molesta que lo consideren sólo un músico de blues. "Ser cantante de blues es como ser dos veces negro", afirma en su biografía "B.B. King. Una vida con el blues".
Admira a jazzeros como Dizzy Gillespie, Miles Davis y Charlie Parker. Según dice, la forma de tocar de ellos va más allá de su horizonte. "El blues es música simple y yo soy un hombre simple", afirma.
Un pobre chico negro
Nació el 16 de septiembre de 1925 como Riley B. King, hijo de un trabajador pobre de las plantaciones de algodón en Indianola, Mississippi. Su padre abandonó a la familia cuando él tenía cuatro años. Su madre murió poco después. Cantó en coros gospel y aprendió solo a tocar la guitarra.
Y ya dominaba su fuerte pulso y las largas carreras que hacen aullar su Gibson cuando se fue, a fines de los 40, a Memphis. Allí lo contrataron como el "Blues Boy" para un show de radio.
Desde 1987 nadie le discute el título de "Rey", nombre de uno de sus álbumes: a los 62 años, B.B. King ganó el Grammy honorario. En ese entonces, nadie imaginaba que iba a seguir ampliando su repertorio hasta 23 años después.
Logró un hito con "The Thrill Is Gone", de fines de los años 60. De repente, todo el mundo quería escuchar sus blues. King fue invitado a la Fiesta del Jardín de la reina Isabel de Inglaterra y a una recepción en la Casa Blanca. El rey Carlos XVI le concedió el año pasado el distinguido premio Polar de música. Hoy, el "Blues Boy" de antaño es un multimillonario con cuatro títulos de doctor honoris causa.
Sin B.B. King, el blues quizá nunca se hubiera sacado de encima la imagen de música negra de los barrios pobres. El observó con indignación cómo los jóvenes se entusiasmaban con el rock & roll. También se sintió un outsider cuando surgió el soul. Le molesta que la generación del hip-hop "no se interese por el verdadero blues". Y eso que tiene admiradores en esos caminos, como Eric Clapton y John Mayall. También John Lennon dijo que le hubiera gustado tocar la guitarra como él. (DPA y Especial)
Los encuentros entre dos monarcas
En 1992, B.B. King tocó en el estadio Obras, en Buenos Aires, y quedó maravillado con el telonero de la noche: Norberto "Pappo" Napolitano lo deslumbró. Tanto, que cuando el argentino viajó a EE.UU. dos años después, fue invitado por el "Rey del Blues" a acompañarlo en el Madison Square Garden de New York. Luego llenaron juntos el Luna Park siete noches seguidas, tocaron en "El ritmo de la noche", el programa que conducía Marcelo Tinelli los domingos. Así, Pappo y B.B. King sellaron una amistad que se mantuvo hasta la muerte del "Carpo", en 2005.