Los organismos patógenos parecen ser más inteligentes y contar con más recursos de los que se creía. Ahora se sabe que algunas bacterias pueden, por ejemplo, retrasar su entrada en las células humanas con tal de asegurarse su supervivencia, para recién después atacarlas y lograr así un mayor "éxito" en la infección. Lo descubrieron investigadores alemanes del Instituto Max Planck de Berlín, junto con colegas de la Universidad de Harvard, de Boston (EE.UU.) y aparentemente podría generar un gran cambio en la forma en que se concibe a las infecciones.

Por lo visto, una vez en contacto con la célula, la bacteria genera un mecanismo de autodefensa que fortalece su esqueleto celular con la ayuda de moléculas de señalización, que le permiten permanecer fuera de la célula que va a infectar, al acecho. Esta estrategia, que hasta ahora era desconocida, es utilizada por ciertas bacterias patógenas para colonizar células del tracto intestinal.

La infección con la conocida bacteria Neisseria gonorrhoeae, que usualmente se transmite por vía sexual y que produce la gonorrea o blenorragia, puede causar una inflamación del tracto urogenital, el útero o los ovarios. En su superficie, esta bacteria cuenta con unos "hilos" de proteína, a los que los científicos llaman "pili" (pelillos, en latín).

Por medio de estos pelillos, la bacteria ataca su propia membrana celular cuando entra en contacto con las células humanas a la que "piensa" infectar. De esa manera, la bacteria sufre una serie de cambios rápidos en la estructura de su superficie, lo que evita que sea reconocida por el sistema inmunológico del organismo. Solamente durante las etapas siguientes de la infección la bacteria podrá penetrar en la célula y avanzar, ocasionalmente, en tejidos más profundos para establecerse y colonizarlos.

Sistema de señales

Hasta ahora, los científicos estaban concentrados en los "trucos" utilizados por estos patógenos en su ingreso a las células. Los experimentos realizados en Berlín -y encabezados por los investigadores Jan Peter Boettcher, MarieLuise Kirchner, Thomas Meyer y Yuri Churin- sugieren que a las bacterias puede demandarles demasiado esfuerzo esa demora en la entrada en la célula.

Las células potencialmente atacadas suelen generar unas pequeñas vesículas por las cuales transportan bacterias hacia su interior. Los investigadores han descubierto un sistema de "señales" que previenen a las bacterias del riesgo de ser engullidas. Cuando las bacterias quedan fijadas a la superficie de la célula, inducen una secuencia de eventos cuyo resultado es el endurecimiento de la membrana celular exactamente en el punto de ataque.

Nuevas perspectivas

Estos resultados abren nuevas perspectivas en el entendimiento de las causas de las infecciones: "Durante mucho tiempo se pensó que la mayoría de los organismos patógenos se esforzaban por entrar rápidamente a las células; sin embargo, lo que sucede es lo opuesto en este caso -dijo el doctor Meyer, del Laboratorio de Infectobiología del instituto alemán-. Parece que la bacteria prolonga su existencia extracelular con el objetivo de sobrevivir". Así, anclándose a la célula a través de la proteína en forma de hilo, y armándose su propio soporte a modo de esqueleto, la bacteria queda protegida contra las inhóspitas condiciones del entorno extracelular.

Extrapolando estos descubrimientos a otras bacterias, como la tristemente conocida Escherichia coli, los científicos concluyeron que la estrategia de retrasar la entrada en la célula para mejorar las chances de supervivencia puede estar ampliamente difundida entre varias especies de bacterias, posiblemente aún en las bacterias causantes de meningitis y de neumonías, por lo cual podría estar abriéndose una puerta importante en el descubrimiento de nuevas forma de luchar mejor contra esas infecciones.