¡Cuidadooo! ¡No pisés ahí! La plaza Urquiza se ha convertido en un campo minado. Aunque no de explosivos, sino de excrementos. Los perros (callejeros y domésticos) que a diario deambulan por el paseo de Barrio Norte efectúan sus deposiciones en las caminerías y en los espacios de juegos infantiles. La situación empeoró en las últimas semanas, debido a que volvieron las jaurías de canes sueltos al centro.

Desde el Centro de Adaptación y Reubicación Animal (Cenara), del municipio capitalino, se indicó que regularmente se concretan capturas, pero éstas son neutralizadas en cuestión de días. "La renovación es constante; creemos que los animales llegan junto a los cartoneros. Prefieren quedarse porque hay personas que los alimentan y fácilmente encuentran lugares para refugiarse", sostuvo a LA GACETA Jorge Pérez Musacchia, responsable del área.

Por lo general, las jaurías están integradas por entre cinco y 10 perros que circulan buscando alimento en la basura. Se echan ante la puerta de locales y de edificios para dormir y buena parte de ellos está enfermo. Cuando una perra entra en celo, se pelean en la vía pública, lo cual provoca a menudo frenadas y bruscas maniobras entre los conductores. Motociclistas y ciclistas son sus blancos preferidos. El problema lleva varios lustros y hasta ahora no se ha encontrado una solución duradera. LA GACETA ©