En este día de la Solemnidad de Pedro y Pablo tenemos que pedir al Espíritu Santo que nos ilumine para poder penetrar en el profundo misterio de la constitución jerárquica de la Iglesia.

Jesús entrega al apóstol Pedro las llaves de la Iglesia haciéndolo su Vicario en la tierra.

En efecto, Nuestro Señor ha decidido explícitamente que hasta el final de los tiempos la Iglesia estará asentada sobre el primado de Pedro. La promesa de Cesarea de Filipo se cumple pocos días después de la resurrección, tras las tres preguntas sobre el amor realizadas por el Maestro a Pedro. Desde entonces, él es el Vicario de Cristo, su lugarteniente.

Pedro morirá mártir en Roma con la primera persecución de Nerón. Fallece la primera persona que detentará el oficio, pero el oficio permanece: "Es preciso que dure eternamente por obra del Señor, para perpetua salud y bien perenne de la Iglesia, que -fundada sobre la piedra - debe permanecer firme hasta la consumación de los siglos" (Vaticano I). La Tradición unánime de la Iglesia asegura que esta sucesión se encuentra sólo en "los obispos de la Santa Sede Romana, por El fundada y consagrada por su Sangre, de modo que quien quiera que sea el que suceda a Pedro en esta Cátedra, ese, según la institución de Cristo mismo, obtiene el primado de Pedro sobre la Iglesia Universal" (ibídem). Dios es origen, guía y meta del universo y para esa acción de guiar cuenta con la persona del Romano Pontífice.

Antes de nombrarlo su Vicario, el Maestro lo somete al examen del amor. No lo examina en su ciencia, lo examina en su amor. Y Pedro responde: "Tú lo sabes todo, tú sabes que te amo".

Porque lo sabía Jesús, le encomendó el cuidado de sus corderos y de sus ovejas.

Lo hizo su Vicario.

Es por todo esto que nuestra unión con Pedro y con su sucesor el Papa es garantía de nuestro sincero y fiel amor a Jesucristo y a su Iglesia.

Reflexionemos

El Romano Pontífice -ahora, Benedicto XVI- no cesa de transmitirnos la Palabra de Dios con toda su fuerza, llevando a todos los hombres luz, esperanza y paz. Por ello debemos mostrar un profundo agradecimiento, fidelidad a su magisterio y amor a su persona.