"Este Museo es de vanguardia en el Norte Argentino", dijo el arqueólogo, y museólogo Eduardo Ribotta, quien estuvo a cargo del diseño y el montaje de las colecciones de las salas permanentes y fue el encargado del tramo final del proyecto museológico que comenzó a gestarse antes del 2005. "Fue un largo proceso y abarcó diferentes etapas, desde la conjunción de los casi 100 científicos e investigadores (de la UNT, del Conicet y de la propia Fundación) que trabajaron en la selección de las piezas a exhibirse hasta de los técnicos y miembros de la Comisión Asesora", agregó el presidente de la Fundación, Jorge Luis Rougés. La obra demandó una inversión de casi $3,5 millones. "Esta obra es de todos los miembros de la gran familia lilloana y puesta al servicio de toda la comunidad, y está preparada para diversas clases de público con guías especializados", dijo.