Provocador, autodefinido con insistencia como un revisionista histórico, el psicoanalista, dramaturgo e historiador Mario "Pacho" O? Donnell invita a sus auditorios a aventurarse en el pasado con una mirada distinta de la que, por lo general, ha venido contando en estos dos siglos la historiografía "oficial".

La invitación de O? Donnell conlleva la exigencia de mirar los hechos del pasado despojados de la inocencia "de manual" con la que muchas generaciones de argentinos tuvieron su versión de la historia argentina.

Entre esos acontecimientos están, por ejemplo, una nueva valoración de lo indígena en la conformación de la Nación (para hacerle justicia a la historia, afirma); o la presencia de los "sectores populares, la chusma", en el movimiento revolucionario de Mayo de 1810. "Nuestros indígenas hicieron el diagnóstico correcto: que los que venían (en los barcos) eran sus enemigos; y así los trataron", afirma O? Donnell. Y enfatiza: "los indígenas son nuestros antepasados. Me gusta la versión de que los indígenas fueron lúcidos, inteligentes; que hicieron con el invasor lo que el invasor se merecía", dice el escritor.

En el mismo registro se lee, también, su apuesta a resignificar los símbolos patrios como la bandera argentina (inspirada en los colores borbones, y no en el color del cielo, como cuentan los manuales escolares, sostiene) o la escarapela.

Ayer, en el Virla, el escritor (que también fue secretario de Cultura de la Nación y embajador en Panamá y en Bolivia durante el menemismo) habló de "Los antecedentes de Mayo", en el marco del ciclo de conferencias de LA GACETA.

Defensor de los caudillos federales y doctrinarios como Artigas, Alejandro Heredia o Miguel de Guemes, crítico del unitarismo portuario, O?Donnell dijo que lo que se gestó en Mayo de 1810 fue un movimiento independentista en el que tuvieron protagonismo diversos sectores. Así, aludió a "las milicias populares, que permitieron que las armas pasaran a los criollos, y no ya a los españoles" y a los "jóvenes alumbrados empeñados en cortar la dependencia de España y "los infernales" de French y Berutti, que fueron un grupo de choque que condicionó la decisión del 22 de Mayo". "Había 450 invitados, pero sólo dejaban pasar a los que iban a votar a favor de la destitución del rey, y que llevaban prendidos unos distintivos, que eran las escarapelas", afirmó.

"Hay una visión que dice que los hechos, en la historia, se producen por acciones individuales de grandes hombres; hay otra visión, que es la que yo suscribo, que dice que los hechos suceden empujados por los movimientos sociales", afirmó el autor de la serie "La historia argentina que no nos contaron".

En su intervención, el autor de "Copsi" afirmó que "Buenos Aires fue fundada para el delito, para el contrabando, para contrabandear la plata de Potosí".

"A Buenos Aires le interesaba la riqueza del puerto y el manejo de la aduana", dijo el escritor, que en su síntesis de los "antecedentes de Mayo" destacó la influencia de los jesuitas que, como Francisco Suárez, defendió la idea de que el poder real se daba por un contrato con el pueblo, y no con Dios".

En otro tramo de su disertación, recordó la importancia de la Universidad de Chuquisaca como centro de formación de revolucionarios como Moreno, Castelli, Paso o Monteagudo. En su recorrido por la época fundacional de la Argentina, el escritor reveló su admiración por hombres como Bernardo de Monteagudo y Cornelio Saavedra ("el hombre que, a diferencia del "elitista alumbrado Moreno, tuvo el apoyo de la chusma", señaló).

En su visión de la etapa prerrevolucionaria, el autor de "Historias argentinas" y "Caudillos federales" remarcó que en el pensamiento de la época estuvo la huella de la Revolución Francesa; pero también la del modelo independentista de la Revolución norteamericana de 1776 y la tensión entre el deseo de independizarse de España y cierta "seducción" por Inglaterra, con la que algunos revolucionarios vieron la oportunidad de acordar con el Imperio en términos comerciales, sin resignar la independencia política.

En su intervención también hubo espacio para el centralismo porteño, " que hoy cuenta con recursos y leyes para condicionar a las provincias y si lo considera necesario, extorsionarlas, con temas como la coparticipación o el impuesto al cheque".