Las apariciones de Franco Colapinto en la Fórmula 1 marcaron un antes y un después para el automovilismo argentino. Pero también generaron roces internos. En una entrevista reciente, Paul Aron, piloto de reserva de Alpine, dejó un mensaje que no pasó desapercibido: afirmó que para el argentino el camino fue “más sencillo” gracias al respaldo económico de su país.

“El hecho es que para un chico que tiene a un país como Argentina detrás, es mucho más fácil encontrar apoyos, patrocinadores y dinero que para mí”, dijo el estonio. Sus declaraciones reflejaron frustración por no haber sido elegido piloto titular para 2026.

Sin embargo, la afirmación omite el recorrido previo del argentino. Colapinto emigró a los 14 años, compitió sin apoyo estable y recién tras sus resultados en Europa logró respaldo masivo, rompiendo 23 años de ausencia nacional en la F1.

La tensión entre ambos ya venía de la Fórmula 2, cuando Colapinto le arrebató una victoria a Aron en Ímola. Ahora, comparten estructura en Alpine mientras pelean por su lugar en el futuro del equipo.

Un apoyo que llegó después del talento

Al margen de la polémica, la realidad muestra que Colapinto se ganó su lugar en pista. El apoyo argentino -masivo y emocional- apareció como consecuencia, no como punto de partida.