A pocos días que termine el año, el politólogo Patricio Adorno analizó el escenario político actual y aseguró que el presidente Javier Milei comparte con Néstor Kirchner una característica central de sus inicios de gestión: la debilidad parlamentaria de origen. 

Sin embargo, durante una charla con LA GACETA, advirtió que, al igual que ocurrió en los primeros años del kirchnerismo, esa fragilidad puede convertirse en una ventaja si el Gobierno logra capitalizar el contexto político y económico.

“Milei se parece mucho a Néstor Kirchner en cuanto a esa debilidad parlamentaria de origen y a la posibilidad de tener un viento de cola internacional que lo impulse en función de sus intereses políticos”, sostuvo en LG Play Adorno, al describir un escenario marcado por la fragmentación de los principales espacios opositores.

En ese sentido, el politólogo señaló que el radicalismo dejó de ser, tras la crisis de 2001, un actor central del poder político. “Pasó de ser la segunda fuerza con la que se negociaba todo a convertirse en un espacio que a veces acompaña y a veces no, pero que ya no es un factor esencial de poder en la Argentina”, explicó.

Respecto del peronismo, Adorno consideró que atraviesa un proceso similar. Afirmó que hoy funciona más como una “confederación de caudillos locales muy fuertes en sus territorios y con baja proyección nacional”, antes que como un partido con capacidad de ordenamiento a nivel país. En ese marco, remarcó que “el único líder político en torno al cual hoy se puede constituir un partido de orden nacional es Javier Milei”.

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Según el análisis del politólogo, ni el radicalismo, ni el PRO, ni el peronismo -incluido el kirchnerismo- logran actualmente estructurar una conducción nacional que discipline y articule a sus dirigentes. “Hemos entrado en un período de fragmentación muy parecido al de 2003 y 2004”, comparó.

Adorno sostuvo que esta situación le otorga al Gobierno una ventaja estratégica de cara a 2026 y 2027. “Milei tiene una herramienta que nadie más posee: la posibilidad de proyectar una reelección sin un opositor claramente crítico que logre coaligar al resto de las fuerzas”, afirmó, aunque advirtió que esa oportunidad puede dilapidarse por errores propios.

“Hoy ningún actor de la agenda política tiene capacidad para forzarle errores al Gobierno. Es el propio Gobierno el que se los fuerza, y lo hace con bastante habitualidad”, expresó, al referirse a decisiones políticas fallidas y a internas dentro de La Libertad Avanza.

No obstante, destacó como una señal positiva la postergación del tratamiento de la reforma laboral para febrero, con el objetivo de garantizar consensos. “Es un indicio interesante de un cambio en la relación del Gobierno con los errores políticos”, señaló.

Finalmente, alertó que la falta de un adversario externo que unifique al oficialismo potencia las disputas internas, como ocurrió en la elección bonaerense. “Cuando no hay un enemigo que cohesione, predominan los intereses de las facciones en pugna”, concluyó.