Llegan las fiestas de fin de año y los sanguchitos de miga vuelven a ocupar un lugar protagónico en cada mesa. Infaltables en la cena de Navidad y Año Nuevo —casi por mandato argentino—, también suelen multiplicarse para asegurar provisiones y repetir el menú al día siguiente, incluso en el desayuno.
Pero el planteo es siempre el mismo: ¿cómo guardarlos para que no se resequen ni tomen sabor desagradable? Aunque muchos desconocen el concepto de guardar algunos para el día siguiente, muchos otros tienen el autocontrol suficiente para reservar unas porciones en un taper.
Claves para guardar los sanguchitos de fin de año
La temperatura y las condiciones de humedad tienen mucho que ver en la conservación correcta de los sanguchitos de miga.. Para que se mantengan frescos por más tiempo, hay un tip infalible: cubrirlos con un paño húmedo como paso indispensable.
Pero, además, hay otras consideraciones a tener en cuenta. Por ejemplo, el mejor lugar para guardarlos es la heladera –y no el freezer– o envolverlos en papel film eliminando todo el aire posible para que no se resequen. Otra forma es utilizar un recipiente de cierre hermético para que no ingrese el aire.
En cuanto a la ubicación en la heladera, el mejor lugar para guardar los sanguchitos de miga es en los estantes de abajo y lo más cerca de la puerta posible. Evitá ponerlos en los lugares donde pueden estar a temperaturas frías extremas como cerca del congelador o al fondo de la heladera, puntos que suelen ser más fríos que otros.
Si bien se pueden conservar manteniendo la frescura de los sándwiches de miga, no es un alimento que dure mucho tiempo en la heladera, por lo que se aconseja un consumo temprano. Para comerlos más ricos se aconseja comerlos como máximo hasta dos o tres días después de su preparado. Mientras más tiempo pase, su calidad va a ir empeorando.