Faltan tres días para las fiestas. El calendario aprieta y diciembre parece correrse solo. En el centro de San Miguel de Tucumán, la Navidad se vive entre la lluvia constante, vidrieras cargadas y bolsas que van y vienen sin apuro.

“Estamos mirando precios… algunas cosas están baratas y otras medio caritas”, cuenta Elsa durante un recorrido de LA GACETA, mientras piensa en un regalo familiar. El presupuesto es ajustado, pero el gesto importa. “Para Navidad, aunque sea un detalle. Un perfume, algo lindo. Se gasta, como mínimo, $50.000”.

En su casa ya está todo organizado. “Nos juntamos con mis hijos. Cada uno lleva algo, ya está repartido”. El menú será sencillo: pollo al horno y mesa adentro, por si llueve. Pero el deseo va por otro lado. “Este año fue complicado. Mi hijo se quedó sin trabajo. Lo que uno pide es que esté bien, que haya salud y algo para poner en la mesa. Eso es lo más importante”.

Unos pasos más adelante, Clara sale feliz con una compra inesperada. “Es un autorregalo”, dice entre risas. Un purificador de aire para la cocina. “El humo, la grasa… esto hace la diferencia”. En su casa habrá lechón al horno de barro y reunión familiar completa: hijos, yerno y nietos. “Siempre nos juntamos”, asegura. ¿Papá Noel? “Vamos a ver si llega”. El deseo es simple: “Que terminemos bien el año y que el próximo sea mejor”.

Otros piensan en regalos a largo plazo. “Estamos viendo computadoras, más para el estudio que para Navidad”, cuenta una madre. “Pensé que estaban más caras, pero andan entre $1.500.000”. El 24 serán pocos: “Somos tres nomás. Todo lo hago yo”, dice, aunque deja una promesa flotando: “El asado lo hace él… algún día”.

La solidaridad también se hace presente. Raúl camina con un grupo de jóvenes que prepara una campaña de Reyes Magos para barrios vulnerables. “Queremos llevar una noche mágica a los chicos. Con golosinas, con lo que se pueda. Entre todos se puede hacer un milagro de amor”.

En las ferias, Ema sonríe con varias bolsas en la mano. “Acá hay cosas bellísimas y accesibles. Buscando precios, con 30 o 40 mil se puede comprar algo lindo”. Ya tiene definido el menú: “Vitel toné primero, después carne al horno, arrollados, ensaladas”. Y el deseo, como muchos: “Que sea un momento de reencuentro, de felicidad”.

Y si bien el centro no desborda, algunos locales bajan las persianas, minetras que otros apuestan a seguir abiertos. Entre la lluvia y la espera, la Navidad tucumana se arma así: con presupuestos medidos, mesas compartidas y autorregalos.