Parafraseando a Santiago Zavala, el personaje de Mario Vargas Llosa en “Conversación en La Catedral”, el abogado José Roberto Toledo se pregunta: “¿En qué momento se había jodido la Universidad?”, y se responde: “cuando se produjo lo de YMAD”, es decir, ese 2 de enero de 2008, cuando en un acta acordada con Yacimientos Mineros Aguas de Dionisio (la empresa minera que conforman la UNT y Catamarca con patrocinio de la Nación) el ex rector Juan Alberto Cerisola declara terminada la Ciudad Universitaria y cambia el sistema de reparto de las utilidades mineras. “De allí vino un torbellino de denuncias tumultuosas, uso bastardo del tema (minero), peleas intestinas electorales. Se extravió la excelencia, la transparencia, el faro, y se tiñó de actos irregulares, de denuncias de corrupción, de idas y vueltas, que fueron degradando, lamentablemente, a la Universidad ante la conciencia pública”, dice Toledo.
¿Qué había hecho Cerisola? Cuando empezó a recibir sumas millonarias en dólares por las utilidades mineras, diseñó un plan llamado “Ciudad Universitaria Siglo XXI”, con el que hizo un centenar de obras y declaró terminada la ciudad que había imaginado en 1948 el ex rector Horacio Descole. Un problema, que nadie advirtió en ese tremendo 2008, con un Cerisola empoderado por la plata de la minería en una universidad llena de carencias, era que la Ley 14.771 de creación de YMAD requería que el 40% de las utilidades, que corresponden a la UNT, debe ser exclusivamente para terminar la ciudad “conforme a los planos aprobados”.
El acta de la desgracia
Cerisola cambió en un acta el destino de las utilidades y las repartió en un 20% para las otras universidades y un 20% para la UNT, de libre disponibilidad. ¿Cuánto dinero fue? Se supone que, después de los dineros entrados hasta 2008, entre ese año y 2014 fueron 500 millones de pesos para la UNT y otros 500 millones que se perdieron porque fueron a las otras universidades. Así lo dio a conocer ese año el geólogo Florencio Aceñolaza, que acababa de dejar el cargo de delegado en YMAD.
Otro problema que no se advirtió en 2008: que Cerisola no podía disponer de los bienes de la UNT, ya que esta es potestad del Consejo Superior.
De todo esto se ha discutido en el juicio que por el uso de las utilidades mineras se le hizo a Cerisola y a tres ex funcionarios, por el que el ex rector fue condenado. El fallo de la Justicia ha sido apelado en casación por la querella, la fiscalía y las defensas, pero en ese juicio se puso en la luz pública todo el escándalo, el “uso bastardo” de la plata de la minería del que habla Toledo.
La UNT comenzó a advertir cuánto se había “jodido” con esas maniobras de 2008 a partir de la revelación de Aceñolaza y comenzó un revoltijo intestino que derivó en el repudio del acta y en un juicio contra YMAD en la Justicia Federal de Catamarca para anular el acta que, por cierto, era la continuación de un acta interna de YMAD de 2007 firmada por los mismos delegados de la UNT. Ese embrollo contaminó también la relación con YMAD y prácticamente la paralizó al mismo tiempo que se terminaba la llegada masiva de utilidades con el cierre de la Minera Alumbrera.
Toledo, que ha participado como delegado de la UNT en YMAD en la larga negociación con Catamarca y con la misma empresa YMAD, dice que la tarea de recomposición del desastre que causó Cerisola comenzó con el empuje de ex consejeros superiores como Ricardo Cisneros y se consolidó después con el ex rector José García y con la administración de Sergio Pagani-Mercedes Leal. Dice que la negociación fue difícil con YMAD porque había que dar vuelta una decisión que había tomado la misma Universidad en 2007-8 y además estaban las añejas inquietudes de Catamarca con respecto al hecho de que la UNT tuviera derechos mineros legados por Abel Peirano, el descubridor del yacimiento de Farallón Negro.
Los convenios
El lunes pasado Pagani firmó con YMAD y con el gobernador de Catamarca, Raúl Jalil, dos convenios para superar las controversias. Por ellos se cambia la composición de YMAD, ya que la Nación deja de intervenir en la empresa -hace falta un decreto presidencial para avanzar en es cambio, ya que se va a modificar una ley- y se vuelve al 40% destinado a terminar la Ciudad Universitaria. Se resignifica esta obra, tanto estableciendo una cantidad de metros cuadrados a construir como definiendo que ha de ser el Consejo Superior el que diga qué, cómo y dónde se ha de terminar la Ciudad Universitaria.
Ya los convenios han sido aprobados por los diputados y senadores de Catamarca y por el Consejo Superior, y ahora se debe enviar esta decisión al Juzgado Federal de Catamarca para desistir del juicio contra YMAD. Con ello se restituirá el 40% a la UNT. Allí, en el Juzgado Federal, se encuentran depositadas -en plazo fijo- las utilidades que correspondían al 20% de otras universidades desde que la UNT hizo el juicio. Hay que ver cuánto dinero es. Lo que la UNT recibió por el otro 20%, según estimó Pagani, son unos $ 8.000 millones, que están depositados también en plazo fijo.
Todo esto supuso una carga enorme para la Universidad, que se fue visibilizando con el escándalo del juicio a Cerisola, que ensució a toda la casa universitaria, y que ha de continuar más adelante con los procesos a la veintena de empresarios que participaron en las obras hechas con sobreprecios.
Adiós al sueño de Descole
La carga de la universidad era que el sueño de la Ciudad Universitaria, siguiendo lo que establece el artículo 18 de la Ley 14.771, establece que debe hacerse en el cerro San Javier, allí donde Descole y el súper equipo formado principalmente por los arquitectos Sacriste, Caminos y Vivanco, empezó a montar la megaciudad de estudios.
En el juicio se pusieron en debate cosas oscuras -como que los planos y las láminas que estaban escondidos en cajas de aire acondicionado- y la UNT tuvo que probar que ese sueño de Descole había comenzado a ser abandonado ya hacia 1951 -años antes de la misma creación de YMAD- y resignificado en los años 60, en tiempos del ex rector Eugenio Flavio Virla. Despegar ante la mirada pública este argumento, que también utilizó la misma defensa de Cerisola, ha sido arduo. El año pasado los equipos universitarios han argumentado en términos históricos, geológicos y ambientales sobre la inconveniencia de llevar a cabo la ciudad en el cerro.
“Ahora hay un antes y un después. Ahora empieza la etapa de la construcción de la nueva imagen de la Universidad. Hay que dar un homenaje a Peirano”, dice Toledo. El moño de la resolución de este nudo gordiano debería ser el decreto presidencial, con el cual la Universidad se sacaría una pesada mochila que, al decir de Pagani, ya lleva siete décadas. Un alivio, pero no es gratuito: ya no habrá más sueños de Ciudad Universitaria en el cerro.