Dejar la puerta del lavarropas abierta después de sacar la ropa es una costumbre muy común en los hogares argentinos. La mayoría lo hace para evitar el moho, los malos olores o la humedad en el tambor y en la goma de la puerta. Sin embargo, lo que parece una buena práctica puede terminar generando problemas en el electrodoméstico.

Especialistas advierten que mantener el lavarropas abierto por demasiado tiempo no es tan recomendable como se cree y, con el paso de los meses, puede provocar daños que afectan su funcionamiento y reducen su vida útil.

¿Por qué dejamos el lavarropas abierto?

La idea está bastante extendida: después de cada lavado, el tambor queda húmedo y ese ambiente favorece la aparición de hongos, bacterias y olor a humedad. Por eso, muchas personas optan por dejar la puerta abierta de forma permanente para que “se ventile”.

Y si bien es cierto que cerrar la puerta inmediatamente no es lo ideal, exagerar con esta práctica tampoco es la solución.

El problema de dejar la puerta siempre abierta

Según técnicos y especialistas en electrodomésticos, mantener la puerta del lavarropas totalmente abierta durante horas o días puede generar desgaste innecesario. Las bisagras y las gomas de cierre no están diseñadas para soportar tensión constante y, con el tiempo, pueden deformarse.

Esto puede derivar en:

Mal cierre de la puerta

Fugas de agua

Deterioro de la goma

Mayor acumulación de polvo y suciedad dentro del tambor

Es decir, una costumbre pensada para cuidar el lavarropas puede terminar dañándolo.

¿Cuál es la forma correcta de evitar el moho en el lavarropas?

El equilibrio es clave. Los especialistas recomiendan:

Dejar la puerta abierta o entreabierta durante unos 30 minutos después de cada lavado, tiempo suficiente para que el interior se seque.

Evitar dejarla completamente abierta de manera permanente.

Secar la goma de la puerta con un trapo seco después de cada uso, ya que ahí se acumulan restos de detergente y humedad.

Hacer lavados periódicos a alta temperatura (60 o 70 grados), especialmente con toallas o ropa de cama, para eliminar bacterias resistentes.

Realizar cada tanto un lavado en vacío con vinagre o productos específicos para limpieza de lavarropas.

Un hábito simple que alarga la vida del electrodoméstico

Con pequeños cuidados diarios, el lavarropas puede mantenerse libre de moho, sin olores y funcionando correctamente por muchos más años. Ni cerrarlo de inmediato ni dejarlo abierto todo el tiempo: la clave está en encontrar el punto justo.

Cambiar este hábito puede parecer mínimo, pero a largo plazo marca una gran diferencia en el mantenimiento del electrodoméstico.