El anuncio del Gobierno nacional de una reducción “permanente” de dos puntos porcentuales en las retenciones a la soja, el maíz, el trigo y el girasol fue recibido con alivio por el sector agropecuario. La medida busca aliviar la carga fiscal del agro, mejorar la competivividad y reducir los costos de producción. El ministro de Economía dijo que las futuras bajas dependerán del espacio fiscal disponible y de las condiciones macroeconómicas. La Sociedad Rural y la Federación Agraria destacaron que resulta importante en cuanto a inversión y crecimiento.
Cabe señalar que el sector reclamaba desde hace tiempo por las distorsiones existentes para la producción. En el ciclo “Encuentros LA GACETA” el presidente de la Sociedad Rural de Tucumán, José Frías Silva, había dicho que “a niveles históricos los precios son competitivos; el problema es que la Argentina no lo es. Con el nivel de costos que tenemos, es directamente imposible competir”, y mencionó como factores distorsivos las retenciones, la presión impositiva y la falta de infraestructura. “Si se eliminaran las retenciones, el NOA y el NEA tendrían una fuerza productiva muy distinta. Nos correría la frontera agrícola enormemente”, sostuvo. “Tenemos saldos a favor de IVA que se incrementan año a año. Compramos insumos con un IVA y vendemos con otro. Eso genera desajustes. A eso se suman los ingresos brutos en las provincias, los convenios multilaterales, y una burocracia que nos obliga a tener empleados permanentes para controlar impuestos. Si te equivocás, tenés multas federales”, explicó. Por ello, ante el anuncio de la baja de retenciones, expresó que “estas bajas empiezan a reducir costos directos que inciden sobre la producción”.
La cuestión es que el camino que sigue se divide en dos partes. Por un lado, el debate sobre los impuestos distorsivos que afectan al productor y también al ciudadano común. El ministro de Economía puso énfasis en criticar el impuesto al cheque, los ingresos brutos provinciales y el esquema de tasas municipales, que calificó como “aberrante”, “siniestro” y “una ofensa para la sociedad”. Esta maraña de gabelas es difícil de desenredar y eso forma parte de una importante discusión que no ha tenido profundidad en el país.
Por otra parte, hay un gran desafío para el Estado -nacional, provincial y municipales- para acomodar la grilla de ingresos y gastos y saber cómo solventar su funcionamiento y la forma de llevar a cabo sus tareas y sus obras públicas. Se sabe que la Provincia sustenta mucho sus actividades en el impuesto de ingresos brutos, y la Municipalidad ha planteado la necesidad de no resignar sus tributos para poder funcionar.
La Nación quiere basar la discusión en que ese funcionamiento estatal no se sustente en déficit sino en ingresos reales. Ergo, el debate es ¿de dónde saldrán esos ingresos? Consecuentemente con los movimientos impositivos, deben programarse movimientos con miras a revisar la coparticipación federal y también la provincial, sin dejar de lado que la Nación viene empujando desde hace dos años con fuerza la gran discusión sobre qué debe y qué no debe hacer el Estado.