Arturo Garvich

Las Heras 632- S. M.  de Tucumán

En la carta del lector Pedro Pablo Verasaluse del 11/10 (que conmemora el nacimiento de José Hernández) se hace referencia al controvertido gaucho Martín Fierro, manifestando que su libro es una justa “vindicación social de su legado”. Ahora bien, y a modo de respuesta a esta afirmación, tan difundida por otra parte, creemos oportuno extractar aquí algunos párrafos de una carta de mi autoría inspirada en el libro “Por qué crecen los países” (Buenos Aires, 2006) del distinguido historiador tucumano José García Hamilton, quien selecciona, con un lenguaje lúcido y contundente, una veintena de versos y estrofas muy esclarecedoras sobre las andanzas del célebre gaucho, el que inicialmente era bucólico y trabajador. Y así lo dice: “Yo he conocido esta tierra / En la que el paisano vivía / Y su ranchito tenía / Y sus hijos y mujer / Era una delicia de ver / Cómo pasaban los días”. Pero un buen día Fierro fue enganchado para la “leva forzosa”. Allí las condiciones eran muy duras: debía luchar contra los indios, cobraba poco y sufría los abusos de los jefes militares. Hasta que, en algún momento, según manifiesta: “Decidí mandarme a mudar / Como cosa más sigura”.

El cambio

Pero al regresar a su hogar se encuentra con el rancho destruido y la esposa y los hijos dispersos, por lo que, en ese instante, resuelve hacerse un “gaucho matrero” (”Yo juré en esa ocasión / Ser más malo que una fiera”). Poco tiempo después Fierro, desertor y perseguido, fue una noche a un baile, se emborrachó y se puso violento. “Y la emprendí contra un negro / Que trujo a una mujer en ancas”. Y a continuación provocó a la morena: “va… ca yendo gente al baile”. Cuando el negro trató de defender a su pareja lo mató a puñaladas. Y anduvo después como un gaucho errante: “Matreriando lo pasaba / Y a las casas no venía”. Hasta que una noche vino a buscarlo una partida de policías: “Vos mataste a un moreno / Y a otro en la pulpería / Aquí está la polecía / Que viene a ajustar tus cuentas”. En esas circunstancias, Martín se resistió y mató a dos uniformados. Seguidamente se dio a la fuga y marchó a las tolderías, quedando allí como cautivo. “Ellos amparan a los cristianos / Y los tratan como hermanos / Cuando van por su gusto / Allí no hay que trabajar / Vive uno como un señor / Lo pasa echao panza arriba / Mirando dar vuelta el sol”.

¿Qué es ser gaucho en este contexto de redes sociales y modas extranjeras?

El libro de José Hernández tuvo por entonces mucho éxito de ventas. Años después (1870) Hernández escribió una segunda parte titulada “La vuelta de Martín Fierro”, con la historia de lo sucedido a su protagonista después de haber sido recibido por los indios. Allí refiere que, en cierta oportunidad, Martín escapó de las tolderías y huyó a caballo con una cautiva. De vuelta a la civilización, un buen día encontró a sus hijos en un baile y allí comenzó a contarles sus pasadas desventuras y sus crímenes. Finalmente decide darles sabios consejos en el sentido de que sean honrados, unidos, trabajen y no pierdan el tiempo, admitiendo que él mismo no fue un buen ejemplo: “El hombre no mate al hombre / Ni pelee por fantasías / Tienen en la desgracia mía / Un espejo en que mirarse”... Y fue a partir de entonces, según parece, que el Martín Fierro pasaría a ser considerado como “El emblema de la argentinidad”. Ahora bien ¿cómo fue que este gaucho matrero -como se definió a sí mismo- fuera tomado como el arquetipo de los argentinos?

Bien escrito, mal leído

Roberto Arlt, en las famosas “Aguafuertes porteñas”, escribe que el empeño de reivindicar al gaucho proviene de un “nacionalismo al cuete” sosteniendo que el mismo era un elemento retrógrado, enemigo de la civilización, del progreso y del trabajo: “Cuando se trata de informarse qué ha hecho, qué rieles ha tendido en la pampa, qué postes telegráficos ha colocado, qué usinas construyó, se encuentra usted con el vacío perfecto”. Entre tantas otras cosas, es sabido que este triste gaucho odiaba los extranjeros: “Yo no sé por qué el gobierno/ Los manda a la frontera / Gringada que ni siquiera / Se sabe atracar un pingo”... lo cierto es que el “Martín Fierro”, es decir el canto de la ruptura a las leyes y la exaltación de la marginalidad, llegó a convertirse en nuestra “epopeya nacional”, aunque su contenido tuviera más de episodio policial que de gesta bélica y supuestamente heroica... José Luis Borges comenta, finalmente, que el “Martín Fierro” es un libro bien escrito pero muy mal leído, tan divulgado como mal entendido.

Evolución de la cultura

Ahora bien, y en relación al Día de la Tradición, consideramos que esta, como tal, se va resignificando con el tiempo porque los hombres en su quehacer la van modificando. Tengamos en cuenta, a propósito, que la Argentina es un mosaico de etnias, fruto de sucesivas corrientes migratorias y que a cultura y las tradiciones no son fenómenos estáticos, sino cambiantes, y que toda confrontación chauvinista contra lo extranjero constituye un “patrioterismo” de baja estofa. Según Benegas Lynch, es una visión troglodita pensar que lo local es siempre un valor y un desvalor lo foráneo, aún a sabiendas de que la mayor parte de los adelantos científicos, médicos y tecnológicos vienen del exterior. No se entiende, pues, que la cultura es el resultado de incorporaciones múltiples, de permanentes intercambios de lecturas, músicas, gastronomías, vestimentas y costumbres -viejas y nuevas- que las personas pueden tomarlas o no, pero siempre en un contexto permanentemente evolutivo.