Ante las políticas nacionales de ajuste que recaen sobre la mayoría del pueblo argentino considero pertinente algunas reflexiones. En los últimos 50 años ha quedado en evidencia que el crecimiento económico no ha sido una condición suficiente para superar la pobreza y la exclusión social. Sin embargo, la experiencia de las décadas recientes permite afirmar que los recursos que sería necesario transferir a los estratos sumergidos para superar su situación constituyen un porcentaje relativamente pequeño en relación a los recursos disponibles. Los obstáculos para superar la pobreza no estuvieron centrados en la limitación de los recursos, sino en el destino que se les dio a los mismos en dicho período. Para corregir las desigualdades estructurales que se produjeron, sobre todo en las décadas de los 70, 80 y 90, es necesaria una fuerte acción correctiva del Estado (totalmente contrario a lo que hoy sucede). Es necesario impulsar fuertemente las iniciativas de la sociedad que tienden a incorporar la “Agenda social” como prioridad política. Por cierto que la histórica situación de pobreza que se generó en nuestro país en el período mencionado no se corrige por la mera transferencia de ingresos de los grupos mas favorecidos hacia los más pobres. En realidad el problema es mucho más complejo y tiene raíces estructurales de carácter social, político y económico, cuyo cambio implica conflictos de intereses, superar obstáculos culturales, alterar el comportamiento tradicional en la administración del Estado y corregir las discriminaciones en contra de los grupos y sectores excluidos. Teniendo presente la complejidad de la tarea, se requiere, en primer término, que comprendamos y asumamos que el verdadero cambio para el desarrollo no solo compete al Estado, sino también a la sociedad civil (ONGs, sindicatos, asociaciones civiles, partidos políticos progresistas, empresarios nacionales, cooperativas, etc). La pobreza y su correlato: la exclusión social y política, se ligan y son consecuencia directa del tipo de crecimiento económico escogido. Para los neoliberales y sus respectivos gobiernos desde 1976, el progreso tecnológico y la acumulación de capital producirían a la larga el “goteo” de recursos que beneficiaría a todos; estas teorías nunca se cumplieron. Por el contrario, la pobreza no desaparecerá espontáneamente, sino que es necesario introducir modificaciones en el sistema de toma de decisiones. Hay que sustituir los efectos regresivos y la concentración de la riqueza mediante diversas acciones de política social tanto focalizada como universal.

Rubén Ricco
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