Una sola palabra le alcanza a la colombiana Angélica Jurado Guevara para definir ante LA GACETA qué es lo esencial de su realización artística como clown: “jugar”. Esta noche, desde as 21 y en teatro Puerto Libertad (Las Piedras 1.850) la payasa visitante presentará su obra “Autorretrato de Corchea”, como una invitación a habitar el cuerpo y el mundo con presencia plena.

“Corchea se enfrenta a su propio reflejo: una mujer que abraza su oscuridad y su instinto, que se reconoce como araña, payasa y animal, y que resiste a los estereotipos, al miedo heredado y a la indiferencia del mundo contemporáneo. Entre imágenes poderosas, sonidos rituales y movimientos que atraviesan miedo, placer y memoria, la obra propone un acto de autocuidado radical: conocerse para protegerse, proteger la tierra y lo colectivo y celebrar la vida desde lo esencial”, sintetiza.

Artista visual y escénica con más de 13 años de trayectoria, formada como Maestra en Artes Visuales en la Universidad de Nariño, y con un intenso trayecto internacional en festivales y encuentros teatrales, Jurado aprovechó su visita a Tucumán para dictar el laboratorio corporal “Ser criatura, el despertar del cuerpo instintivo”.

En su puesta en escena conviven “la técnica del payaso, la danza y el canto, con la plástica presente en la escenografía con ilustraciones en papel reciclado, videoperformance y la construcción de máscaras -también en papel-, además de una selección de música y sonidos que narran, en un diálogo epistolar, atmósferas, conflictos y emociones”.

- ¿Qué encierra “Autorretrato de Corchea”?

- Observarse a profundidad para luego interpretarse y presentarse al mundo. Darnos cuenta de que lo que vemos afuera es reflejo del adentro, que somos el sueño y el soñador. Abrazar la oscuridad para convertirla en un acto creativo, conocer la intuición y no temerle al instinto.

- ¿En todos nosotros habitan las dimensiones de tu personaje: el yo, el superyó y lo animal? ¿Con cuál de las tres te quedás?

- Si logramos reunir las tres, encontramos un equilibrio para enfrentar la vida. Pero debo decir que, de mis personajes, mi favorito es el animal, que es el instinto; es quien se conecta con los elementos, disfruta del viento, del sonido de los pájaros, le encanta jugar en los ríos y mares, encuentra placer en el simple acto de vivir y nos vincula con ello.

- ¿Conocerse es encontrarse?

- Creo que nos vamos desconcentrando de la vida con tantos estímulos. Cuando vamos al silencio y miramos hacia adentro, nos maravillamos de todo lo que podemos presenciar.

- ¿Es una obra de reivindicación de lo femenino?

- Es reconocer el poder que tiene lo femenino en el mundo: lo creativo, lo intuitivo... Sabernos parte de esta tierra, de la belleza de lo efímero, de los ciclos, de la sagrada ridiculez que nos da poder y libertad.

La historia en clown de la gran constructora de amores

- ¿Aceptar y atravesar la oscuridad a la que hacés referencia constantemente es fundamental para aprender a quererse?

- Sí, es parte nuestra. Es un acto de amor y de gratitud infinita; también es un motor creativo.

- Tu planteo no se queda en lo individual, aunque la obra sea un unipersonal. ¿Toda vida bien vivida debe tener una proyección hacia lo colectivo?

- Somos naturalmente sociales; así se han construido las civilizaciones. En el reflejo de los otros seres humanos -y de los seres vivos en general- existe una gran verdad.

- ¿Qué es peor: los estereotipos que te limitan o la indiferencia que te ignora?

- Ambos pueden ser difíciles de sobrellevar, pero no tenés que responder a ninguna realmente. Lo importante, creo yo, es dónde te ubicás y a qué le das poder.