Cocinar se suma a las decisiones energéticas que debemos tomar para que la factura de la luz no se extienda más de lo que ya es. Así nos preocupamos porque los artefactos que elijamos sean acordes a un gasto mesurado. Con ello surge una duda entre placas, hornos y la novedosa freidora de aire que promete comidas más ligeras y rápidas, pero ¿será que también son más económicas?
¿Cuánta energía consume un cargador de celular cuando está enchufado sin usar?Tanto los hornos como las freidoras de aire comparten el factor de cocinar con aire caliente, pero su manera de aplicarlo es diferente. Como explicó Endesa, una de las tres grandes compañías del sector energético en España al medio Xataka, la freidora de aire funciona más como un horno en miniatura que como una freidora clásica. Su capacidad está en hacer circular el aire caliente a gran velocidad dentro de un compartimento pequeño, logrando un cocinado rápido y uniforme.
El horno tradicional, en cambio, debe calentar un espacio mucho más amplio y mantener la temperatura durante más tiempo. Así es que cuanto mayor es el volumen, mayor es la energía que se gasta. El horno no es el aparato que más electricidad consume al año en casa, ya que es apenas un 4% el total según Naturgy, pero su potencia puntual es de las más altas, y eso puede notarse cuando la luz sube.
Comparación de consumo
De acuerdo con los datos recopilados por Xataka, una freidora de aire media tiene una potencia de entre 1.000 y 1.800 vatios, lo que equivale a un consumo de 0,8 a 1,5 kilovatios hora (kWh) por ahora de uso, dependiendo del modelo y del tiempo. Mientras que, un horno convencional tiene una potencia más elevada de entre 2.000 y 5.000 vatios, y con un consumo medio de 1 a 1,5 kWh por uso, aunque puede ser mayor en cocciones largas o altas temperaturas.
La clave está en el tamaño
Para ahorrar energía debemos considerar el tamaño, ya que ese es el secreto de la freidora de aire: un compartimento compacto que concentra el calor y reduce el tiempo de cocción. El diseño hermético y la circulación constante de aire caliente le permiten alcanzar temperaturas de hasta 200 °C en apenas unos minutos, lo que acorta los tiempos y evita fugas de calor. Por eso, para raciones pequeñas o platos individuales, la freidora de aire gana por goleada en eficiencia.
Pero no hay que olvidar que los hornos más modernos también aprendieron a ahorrar. Los de clase energética A o B y los modelos de convección con ventilador interno pueden consumir hasta un 60% menos que los antiguos, y si se aprovecha toda su capacidad —cocinando varios platos a la vez o usando bandejas dúo—, el gasto por ración puede ser muy competitivo.
Otros aspectos a tener en cuenta
La eficiencia no solo depende del electrodoméstico, sino de los pequeños gestos, como no abrir el horno mientras se cocina, aprovechar el calor residual o planificar varias recetas a la vez; pueden reducir el consumo energético hasta un 30% anual.
Desenchufar los pequeños electrodomésticos cuando no se usan evita el “consumo fantasma”, y elegir aparatos con etiqueta energética A o B es una inversión que se amortiza en pocos meses. En palabras de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), adaptar el uso a los horarios más económicos puede suponer un ahorro de entre el 9% y el 15% en la factura anual.
La freidora de aire democratizó la eficiencia energética en la cocina. Es compacta, limpia, rápida y económica, permitiendo a más personas acercarse a la cocina. Pero el horno conserva su lugar como herramienta versátil y robusta para los amantes de la cocina tradicional. En última instancia, el ahorro no depende tanto del aparato como del uso que hacemos de él.