La escena de San Martín hoy se parece a un tablero en pausa. El reloj institucional corre, pero las manos que deben mover las piezas cambian de dueño. Entre comunicados, licencias al plantel y un posible llamado a elecciones, que se estipula que se realizará a mediados de noviembre, el club transita un interregno en el que todo está bajo revisión. No hay voces estridentes ni golpes de timón, hay un compás de espera que obliga a medir cada paso.

En ese clima -más de escribanía que de cancha- emergió un expediente sensible que cruza lo deportivo con lo patrimonial: un posible trueque con Tigre que involucra a Nahuel Banegas y Juan Cruz Esquivel.

La idea seduce por lógica táctica y por conveniencia económica, pero todo parece que su ejecución quedará en manos de la dirigencia que asuma tras las urnas.

Del lado del conjunto de Victoria, el caso Banegas ya se puso sobre la mesa. El lateral, surgido en las inferiores del “Matador”, llegó desde San Martín en condición de préstamo hasta diciembre de 2025, con cargo y opción de compra. Hubo reunión interna para trazar escenarios: o se ejecuta la adquisición de un porcentaje mayoritario de su pase o se avanza en un intercambio por Esquivel, cuyo vínculo con el “Santo” vence a fin de año. La carpeta no es solo contable: es deportiva.

Banegas, en su paso por Bolívar y Pellegrini, firmó 56 partidos, 10 goles y cinco asistencias, una producción atípica para un defensor que combina recorrido, centros peligrosos y pegada detenida. El 11 de julio de 2024 se oficializó su salida a Tigre; en mayo de 2025 padeció un esguince grave de rodilla derecha con compromiso del ligamento cruzado anterior, pasó por quirófano y debió afrontar una recuperación de varios meses. Aun así, su perfil encaja en cualquier plan que pretenda sumar salida limpia y amenaza por la banda.

En el otro extremo del trueque aparece Esquivel, que recaló en La Ciudadela desde Tigre a préstamo, sin cargo y con opción, para ofrecer desequilibrio por afuera y lectura como delantero con recorrido. Sus números muestran impacto cuando estuvo al 100% en lo físico: 28 partidos, seis goles y dos asistencias, con picos de rendimiento en sus dobletes frente a Alvarado y a Ferro. También hubo baches inevitables por lesión -un esguince de tobillo que se reactivó en el tramo final- que recortaron su continuidad y lo dejaron sin el rodaje deseado en semanas que eran claves para el “Santo”. Es, al mismo tiempo, solución y enigma: cuando acelera, cambia el pulso de un partido; cuando se ausenta, obliga a rearmar el andamiaje ofensivo.

El contexto institucional condiciona el cuándo y el cómo. La actual comisión directiva anunció que daría un paso al costado y convocaría a elecciones; hasta entonces, cada decisión de mercado se evalúa con prudencia. Nadie quiere hipotecar patrimonio ni atar manos a la nueva gestión con contratos que excedan su mandato. Por eso, el borrador del canje quedó con un asterisco: la resolución final será de la próxima CD.

Es una señal de respeto político y, a la vez, una manera de blindar una operación que compromete activos valiosos.

Desde lo futbolístico, el intercambio ofrece simetrías interesantes. Si San Martín reincorpora a Banegas, recupera un lateral de rendimiento probado en la categoría, conocedor de la casa y con gol, justo cuando el equipo necesita confiabilidad en la salida y peso a balón parado. Si retiene a Esquivel, conserva una carta de desborde y gol para desordenar defensas cerradas, un recurso escaso a nivel local.

Para Tigre, comprar a Banegas sería afirmar un puesto sensible con alguien del riñón; sumar a Esquivel, en cambio, le aportaría chispa por banda y versatilidad en los roles de extremo o interno con llegada.

Cómo podrían definirse las negociaciones

Hay, además, un factor común que explica el tono de negociación: las lesiones. Tanto Banegas como Esquivel arrastraron contratiempos físicos que recortaron su tiempo de juego en los últimos meses. Esa baja de rodaje no invalida sus perfiles, pero sí empuja a las dirigencias a diseñar contratos con salvaguardas: metas de partidos, escalas de pago y revisiones médicas exhaustivas que reduzcan el riesgo.

Mientras el teléfono suena en Bolívar y Pellegrini, el fútbol espera. El plantel fue licenciado y muchas situaciones contractuales vencen a fin de año.

La ecuación final es nítida: el trueque Banegas-Esquivel es posible, atractivo y razonable, pero solo nacerá con respaldo político.

Las estadísticas los sostienen, las lesiones explican sus vaivenes y el balance exige operaciones inteligentes. Cuando la posible nueva comisión directiva asuma, San Martín deberá elegir qué pieza es más estratégica para iniciar su reconstrucción.