En los debates los candidatos se desnudan. Desde la ropa que eligen hasta los gestos que inconscientemente sueltan, se convierten en mensajes para el ciudadano que debe decidir.
Osvaldo Jaldo se sacó la corbata y combatió cada round con el candidato de la Libertad Avanza. Fue durísimo contra el debutante en estas lides Federico Pelli, quien, como cargaba la mochila de Javier Milei fue blanco de los casi todos los candidatos. La referente de CREO Paula Omodeo evitó esa confrontación, pero generalizando fue especialmente crítica con los gastos de la Legislatura y con el uso de fondos públicos. Invitó a eliminar las comunas rurales. En las antípodas ideológicas pero habiendo elegido colores idénticos en la vestimenta, se presentó la candidata del Frente de Izquierda Alejandra Arreguez que acusó a todos de pertenecer a un mismo acople que defiende a los que más tienen. Fue impiadosa con la CGT a cuyos dirigentes trató de traidores.
Ricardo Bussi, hábil contendiente de estas batallas, aprovechó algunas críticas para ponerse la mochila de Milei a quien definió como su amigo. Roberto Sánchez se sintió aliviado de no ser el blanco central de las críticas y, salvo cuando hizo guantes con Jaldo, insistió en su postura moderada que apoya algunas ideas oficialistas y otras, no.
A todos les costó escapar de cierta demagogia. Casi todos defendieron la necesidad de reformular la estructura impositiva de la Nación. Hay que modificar la ley de coparticipación, se les oyó decir aún cuando se sabe de trámite casi imposible. Nadie propuso pactos ni acuerdos para un coincidente diagnóstico de una Argentina pobre y deteriorada. El debate tuvo pasajes duros con adjetivos muy agresivos. La respuesta fue el respeto, tal vez porque no se escucharon o quizás porque dieron un paso adelante.