Desde el mundo académico, el ingeniero Ernesto Rico, director de Ingeniería en Informática e Ingeniería en Inteligencia Artificial en la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (Unsta), sostiene que el nuevo escenario demanda una formación más integral: “El programador no va a desaparecer, pero sí el programador tradicional, el que no esté habituado a usar la IA como copiloto. Las carreras se están adaptando. Lo que buscamos es formar profesionales con criterio ético, que entiendan la tecnología y sepan aplicar responsablemente”. Rico además asegura que la irrupción de ChatGPT y otras herramientas generativas obligó a repensar verdaderamente los planes de estudio: “Ya no podemos tener carreras estáticas. Las ciencias duras, como la matemática o la física, permanecen, pero lo demás debe evolucionar rápido. Por eso, trabajamos con talleres y proyectos reales, para que los estudiantes aprendan haciendo”.
Inteligencia Artificial: ¿aún vale la pena estudiar programación?Desde Buenos Aires, la mirada de la gestión humana pone el foco en la cultura más que en la técnica. El doctor en Ciencias económicas, Alejandro Melamed, consultor y speaker internacional, advierte: “Lo que está pasando no es la desaparición de roles, sino una redefinición constante. Lo más importante hoy es aprender a aprender. No sabemos qué va a cambiar, pero todos vamos a tener que estudiar durante toda la vida. Por eso, el error más grande es elegir algo que no te apasione”.
Valiosas
Melamed insiste en que las habilidades humanas se vuelven más valiosas que las de otro tipo: “La empatía, la comunicación, la creatividad, la ética, el sentido común. Todo aquello que nos hace humanos potencia lo tecnológico. La IA puede hacer muchas cosas, pero no puede reemplazar el juicio crítico ni la sensibilidad”.