A veces los sueños se rompen antes de empezar, y sin embargo, siguen siendo el motor que empuja a seguir. Claude François Ebouele llegó a Argentina hace más de diez años con una carta de invitación de River Plate en la mano y la ilusión intacta. Tenía 21 años y un único objetivo: vivir del fútbol. Hoy, más de una década después, dirige Atlético Concepción de Banda del Río Salí y su historia es una lección de resiliencia.
“Llegué al país para probarme en River, pero no fue lo que esperaba”, contó en su visita a Fuerte al Medio, la propuesta deportiva de LA GACETA Play. “El representante tenía otro propósito, no el de ayudarnos a cumplir nuestro sueño. Cuando nos dimos cuenta, ya era tarde”, recordó.
Lo que debía ser una oportunidad se convirtió en una pesadilla. Ebouele y sus compañeros quedaron varados, sin plata, sin club y, sobre todo, sin documentos. “No podía volver a Camerún porque el representante tenía nuestros papeles. Tuvimos que pedir a nuestras familias que nos ayudaran a rehacerlos. Fue durísimo. Lloré muchas noches asumiendo que no iba a poder jugar más al fútbol”, relató.
Ebouele no se quedó quieto. “Decidí seguir en el mundo del fútbol, aunque no fuera como jugador. Estudié y me recibí de técnico”, explicó. Lo que empezó como una forma de no alejarse del deporte terminó convirtiéndose en un proyecto de vida.
El camerunés asegura que quedarse en la Argentina fue una consecuencia, no un plan. “Primero quería volver a Camerún, pero no podía. Y con el tiempo me fui encariñando. La gente acá es muy buena, hay muchas posibilidades, el fútbol se vive y se disfruta. Dios quiso que las cosas se dieran así”, manifestó.
Segundas oportunidades
Con el paso de los años, esa permanencia accidental fue mutando a un sentimiento de pertenencia. Ebouele vive y ama el fútbol argentino, aunque no se olvida de dónde viene. En su país, fue capitán de varios equipos e incluso jugó en clubes que disputaban la Copa Africana. “Allá el fútbol era mi profesión. Vine a cumplir mi sueño, que lamentablemente no se dio”, dijo.
Hoy canaliza esa experiencia en su fundación “Espoir”, cuyo nombre en español, Esperanza, encierra su propósito. “La creé pensando en los chicos, para evitar que aparezcan esos ‘hijos de p…’ que te arruinan el sueño”, señaló, con crudeza pero sin rencor. Su objetivo es acompañar a jóvenes futbolistas con herramientas dignas y sin falsas promesas.
Aprender a hablar español fue el primer desafío. “Yo no sabía ni una palabra. Sólo francés e inglés. Mi intermediario era el que debía hacer las conexiones con los clubes, y fue justamente el que nos falló”, recordó. Sin papeles, sin idioma y sin contactos, sobrevivió trabajando de lo que podía: mozo, cocinero, ayudante.
“Mi familia me mandaba dinero, pero un día les pedí que dejaran de hacerlo. Quería salir adelante solo”, explicó. Hasta que descubrió la Escuela de Técnicos de Fútbol y conoció a Néstor Rodríguez, quien lo ayudó a recibirse. “Si tengo el título es gracias a él. Estuve muy enfermo en un momento, pero seguí estudiando. Él me mandaba el material, me acompañó siempre”, destacó.
Así llegó a Tucumán, y de ahí a Atlético Concepción, su actual casa futbolera. Primero fue ayudante de campo. Luego, tras una serie de malos resultados y el cambio de entrenador, los propios jugadores le pidieron que asumiera el mando. “Evidentemente algo habré hecho bien, porque fueron ellos quienes me lo pidieron”, dijo entre risas.
Su debut como técnico principal no pudo ser mejor: victoria en el primer partido de local. Desde entonces, el camerunés trabaja para dejar su huella en el club. “Confío en mis jugadores, en el presidente, en todos. Voy paso a paso, sigo aprendiendo. Quiero estar preparado para cuando llegue la oportunidad de dirigir en un club grande de Tucumán”, confesó.
Su mirada del fútbol
De Lionel Scaloni habla con admiración. “Es el mejor técnico de la Selección de todos los tiempos”, afirmó. “No se enamora de un estilo, se enamora de la circunstancia de juego. Si el rival maneja mejor la pelota, él cambia. Mentalizó al grupo para que todos jueguen para uno y para los otros”, analizó.
También comparó las realidades futbolísticas de Camerún y Argentina. “Allá el fútbol fue muy precario durante mucho tiempo. Las canchas no tienen tribunas ni buen césped. En cambio, acá se nota el amor por el juego, incluso las canchas de Tucumán tienen infraestructura que en mi país no existe”, explicó.
El cambio en su tierra natal empezó con Samuel Eto’o, actual presidente de la Federación Camerunesa. “Está intentando cambiar una estructura muy corrupta. Es difícil ser rey en su propio pueblo, pero él se anima. Ojalá puedan volver a un Mundial”, sostuvo.
Hoy, Claude François Ebouele tiene una nueva meta: hacer historia con Atlético Concepción, que se juega un partido clave ante Santa Lucía. “Tenemos que dejar todo. El fútbol es mi pasión desde siempre”, afirmó.
Ya no es el chico que llegó desde Camerún con una carta de River en el bolsillo y los ojos llenos de ilusión. Es un entrenador hecho en la adversidad, que aprendió a reconstruirse lejos de casa y a convertir una historia dura en una enseñanza.
Porque a veces, cuando el sueño no se cumple, lo que queda es el propósito. Y el de Ebouele está claro: enseñar a otros a soñar sin miedo.