La Conferencia Episcopal Argentina expresó ante el Senado su profunda preocupación por el crecimiento de la ludopatía y el impacto de las apuestas en línea en las comunidades, especialmente en niños, adolescentes y jóvenes. “La ludopatía es un atentado contra la vida. Urge el tratamiento del proyecto de ley que tiene media sanción en Diputados”, dice la misiva de la Iglesia, que ya en febrero pasado había enviado cartas a los jefes de bloque de la Cámara alta calificando la ludopatía de “plaga”, en las que denunciaba el negocio de inescrupulosos y pedía pronto tratamiento del proyecto.
Se trata de una iniciativa que fue muy discutida el año pasado y al parecer aún hay inquietudes que complican su tratamiento y se habla de cómo acordar con respecto a las restricciones que se plantean a empresas de ciberapuestas con respecto a la publicidad, la promoción y el patrocinio de los juegos de azar y de apuestas en línea. En espera de la sanción o debate están medidas de prohibición de publicidad dentro de casinos, bingos, hipódromos y otras casas de apuestas o agencias de lotería; en medios de comunicación, en publicidad exterior, indumentaria deportiva, cartelería en vía pública, así como el auspicio de equipos deportivos o deportistas; y la difusión en festivales, así como la mención a través de influencers y personajes de relevancia pública o de ficción. Se contempla la prohibición de acceso a menores de 18 años a plataformas y sitios de juego, apuestas y pronósticos en línea.
La Iglesia ha planteado que el proyecto perdería estado parlamentario en noviembre y por ello urge a que se trate. Al respecto, la Fundación Iberoamericana de Salud Pública comunicó hace tres meses que se estima que el trastorno del juego afectaría al 3% de la población mundial (adolescente y adulta), y se caracteriza por los siguientes criterios diagnósticos: control deteriorado sobre el juego (inicio, frecuencia, duración, interrupción); se dio mayor prioridad a los juegos sobre otras actividades (cotidianas); intensificación del juego a pesar de las consecuencias negativas (por ejemplo, conflictos familiares, dificultades educativas o profesionales, resultados negativos para la salud); y angustia marcada y/o deterioro funcional (por ejemplo, en la vida personal, familiar o social)
El asunto ha sido discutido también en nuestro medio, que ha sancionado a fines del año pasado una ley que ha sido elogiada en su momento por las autoridades. Hay medidas que se están aplicando, tal como relataron del equipo de Comunicación del Obispado de Tucumán, pero no se conoce cabalmente los efectos de la tarea que se realiza en cuanto a bloqueos de uso de celular para juegos en el sistema educativo, de abordaje del tema en las aulas y de formación a docentes, así como de la campaña de concientización en las familias
Convendría atender la inquietud del Episcopado con respecto a la norma en el Senado y estudiar en nuestro medio qué ocurre con la norma provincial, ya que el tema está lejos de haber sido solucionado y genera problemas severos.