Por impericia o soberbia (aún no queda claro), el Presidente le brindó a Espert un respaldo inusitado. A pesar de estar vinculado con “Fred” Machado, que cumple prisión domiciliaria en Viedma y seguramente será extraditado a los EE.UU., negó que las acusaciones dirigidas al economista tuvieran asidero. Una opinión pública mayoritaria, en tanto, no creyó lo mismo. Estimó inconsistentes las explicaciones que ofreció en relación con los 200 mil dólares -entregados por el narcotraficante- para financiar su campaña a presidente en 2019. Recién cuando la presión popular se tornaba insostenible y las encuestas negativas arreciaban, una renuncia que debió ser indeclinable, a poco de desatado el escándalo, apareció tardía y a regañadientes. El jefe de Estado se infligió un daño innecesario. Le sumó, a un largo collar de sospechas (Libra y Spagnuolo, entre otras), una cuenta más. En este convulsionado escenario resta por saber qué ocurrirá con las boletas disponibles. Deberían utilizarse como están y descartar una impresión corregida. Sería demasiada carga, para el erario, tener que afrontar un nuevo gasto. Resulta ingenuo creer que el partidario de La Libertad Avanza condicionará su voto a la presencia de un nombre, a esta altura irrelevante, y a una foto más o menos.

Alejandro De Muro

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