Pablo Toledo a sus 29 años, puede decir que es campeón nacional, además de ser el dueño de un gimnasio de alto rendimiento y ganador de los 21K de la Maratón Internacional de Mendoza, su presente parece el de un deportista hecho para triunfar. Sin embargo, detrás de los podios hay un pasado complejo, marcado por decisiones equivocadas, excesos y una vida sin rumbo que pudo haber terminado de la peor manera. Hoy, convertido en referente del atletismo argentino, Pablo asegura que el running le salvó la vida y lo transformó en la persona que siempre quiso ser.

El joven atleta regresó recientemente a Tucumán, su tierra natal, para participar de los 21K LA GACETA, una competencia que lo conecta con sus raíces y que significa mucho en su carrera.

Su vínculo con el atletismo comenzó de manera inesperada. En la adolescencia, Pablo no tenía nada que ver con el deporte. “No era deportista, no estudiaba, me llevaba todas las materias. Tomaba alcohol, me metía en problemas, robaba cosas sin sentido. Hasta tuve un episodio en el que me golpearon entre 40 y casi me matan”, recuerda con sinceridad en diálogo con LG Play.

En medio de ese caos, apareció una motivación que cambiaría su vida: una novia corredora. “Yo le decía que también corría para impresionarla. Un día tuve que acompañarla a entrenar y ahí empecé. Al principio corría por amor”, cuenta entre risas.

Aquella relación duró cuatro años, pero el hábito de correr quedó instalado. Luego, un amigo lo convenció de inscribirse en una carrera de 10K en Santiago del Estero. El motivo fue casi gracioso: la inscripción costaba $20, incluía remera, bebidas isotónicas y barritas de cereal. “Era imposible decir que no. Fui, competí y ahí empezó todo. Hoy creo que fue un plan de Dios, porque siento que nací para esto. Aprendo rápido, entiendo el deporte y me apasiona”, asegura Toledo.

Desde ese momento, Pablo no dejó de crecer. Pasó de un simple entusiasta a convertirse en un corredor de elite, acumulando títulos y experiencias que lo llevaron a destacarse a nivel nacional. Hoy, además de competir, dirige un gimnasio de alto rendimiento enfocado en atletas y es juez de competencias, lo que le permite estar vinculado al deporte desde distintos lugares.

Pero más allá de las medallas y los triunfos, lo que más resalta en su historia es el poder transformador del running. “Me reformó por completo. Cambié mis hábitos, mi forma de pensar y hasta mi entorno. Lo que aprendí en el deporte lo aplico en mi vida diaria: en el estudio, en el trabajo, en la paciencia. El atletismo me enseñó que todo es un proceso y que con constancia se puede llegar lejos”, reflexiona.

Su relación con la fe también marcó su camino. En un primer momento, el deporte lo acercó mucho a Dios, al punto de sumergirse en el estudio de distintas religiones: catolicismo, evangelismo, adventismo e incluso budismo. “Pasé por muchas etapas. Llegué a pensar que todo dependía del esfuerzo y me alejé de la fe. Pero con el tiempo entendí que también hay algo de suerte y de plan divino. Hoy creo que no todo está en nuestras manos, que a veces las cosas suceden porque deben suceder. Siempre uno vuelve a donde fue feliz”, admite.

Hoy, con la madurez que dan los años y la experiencia, Pablo encara nuevos desafíos. Después de competir en la exigente Maratón de Buenos Aires, donde terminó con una lesión, apunta a recuperarse plenamente para volver a su mejor nivel. En el corto plazo, tiene dos objetivos claros: los 21K de LA GACETA en Tucumán, una cita que lo entusiasma por su valor simbólico, y los 10K de Adidas en Buenos Aires, programados para fin de año. “Aprendí que escuchar al cuerpo es tan importante como entrenar fuerte. Quiero recuperarme bien, correr esas dos competencias y cerrar el año de la mejor manera”, explica.

Pablo ahora se muestra como referente de la disciplina, y mucho de ello tuvo que ver la disciplina que consiguió con el tiempo, pero también por la constancia y la pasión que le cambiaron el rumbo de su vida. “Correr me salvó. Me dio un propósito, me dio amigos, me dio paz. Y me enseñó que, cuando uno encuentra lo que realmente ama, todo se ordena”, concluye con una sonrisa.