Los primeros pobladores de la zona: los pueblos originarios
Los lules y los tonocotés fueron los pueblos originarios que poblaban la zona donde actualmente está Monteros. Los primeros era un grupo disperso desde Jujuy hasta Santiago del Estero, que ya ocupaba el territorio en el siglo IV como mínimo, caracterizado como una etnia de carácter guerrero integrada por cazadores-recolectores, descriptos como altos y delgados, frecuentemente vestidos con plumas (algunos incluso estaban desnudos). Los tonocotés llegaron después, y se mezclaron después de invadirlos, mientras mantenían ambos idiomas según Manuel Lizondo Borda, sumando también el diaguita. Agrega que los cronistas de la época colonial describen a los tonocotés como “altos de cuerpo y bien dispuestos, que parecen medio gigantes y traen los arcos más altos que ellos un palmo”.
La orden para fundar el poblado de Barco: la llegada de los conquistadores
El 19 de julio de 1549, el presidente de la Real Audiencia de Lima, Pedro de La Gasca firmó una providencia a favor de Juan Núñez del Prado, quien con 84 españoles e indígenas partió de Potosí rumbo a la región del Tucumán para consolidar la ocupación, dominación y pacificación de la zona. Al año siguiente llegaron a la altura de Pueblo Viejo, cerca de la actual ciudad de Monteros y allí se fundó el poblado que bautizó Barco, en homenaje a La Gasca que había nacido en una provincia española de Ávila con ese nombre. Más que una ciudad, ese Barco original (hubo otros dos) fue un fuerte precario del que no se sabe el lugar exacto de su emplazamiento. La orden era “atraer a los indios que oigan la predicación y enseñamiento de nuestra santa fe católica”.
San Miguel de Tucumán y Nueva tierra de Promisión: Ibatín, el primer emplazamiento
El fracaso del primer Barco hizo que el gobernador Francisco de Aguirre encomendara luego a su sobrino, Diego de Villarroel, que levante una nueva ciudad, lo que ocurrió el 31 de mayo de 1565 con el nacimiento de San Miguel de Tucumán y Nueva Tierra de Promisión, en el sitio llamado Ibatín (significaba en lengua tonocotés chacra o sitio de sembradío), junto al río Pueblo Viejo, a media legua al sudoeste de la actual Monteros. Un siglo más tarde, fue desplazada a la actual capital. El propósito de los españoles era establecer una ruta directa desde el Potosí hasta al Atlántico y levantar un muro de contención frente a los pueblos calchaquíes. Su jurisdicción comprendía los curatos de Choromoro, Chicligasta y Catamarca, hasta que se fundó San Fernando del Valle de Catamarca en 1683.
Una denominación surgida de los propios vecinos: un apellido, el origen del nombre
Si bien no hay una coincidencia absoluta alrededor del origen del nombre de Monteros, motivo de frecuentes debates y disputas entre los estudiosos y los propios pobladores de la ciudad, una idea recurrente es que deviene de un destacado vecino. María Ilda Montaner lo identifica como Espinoza de los Monteros, “vecino caracterizado y muy rico del antiguo San Miguel”; mientras que Tulio Ottonello indicaba que, al tiempo de la fundación de la ciudad, preexistía un caserío o poblado pequeño en la zona con muchos habitantes de apellido Monteros. Otra versión indica que el nombre podría derivar de la actitud de algunos vecinos de refugiarse en los montes cercanos. Dos veces estuvo a punto de cambiar de nombre: en 1828 se pensó en llamarla Villa Belgrano y en 1832 el gobernador Alejandro Heredia quiso rebautizarla Alexandría, pero fracasó.
El combate que determinó la independencia: la Batalla de Tucumán
Hablar de la Batalla de Tucumán remite indiscutiblemente a Bernabé Aráoz, el prócer monterizo más famoso y figura clave en la independencia nacional. Su protagonismo antes del combate, con las reuniones con Manuel Belgrano, y durante la lucha lo ubica en el primer lugar. Junto al cura Pedro Miguel Aráoz, se encargaron del alistamiento convocando a vecinos en las zonas de Monteros, Cercado, Orán, Yonopongo, Macio, El Jardín, Balderrama, Simoca y otros lugares cercanos. Entre muchos otros, se sumaron a las tropas patrias Miguel Gerónimo Nuñez, Xavier Norri, José Miguel Alderete, Francisco Toledo, Calisto Abrego, Josef Manuel Pedraza, Dominiciano Romano, Antonio Alzogaray, Juan Vicente Pacheco y Felipe Antonio Bravo, según historiadores.
Evolución y jerarquización institucional: la transición de villa a municipio
En el mapa político tucumano en 1832 figuraban siete departamentos políticos por fuera la Capital y relacionados con el ámbito rural, según Manuel Lizondo Borda: Graneros, Río Chico, Chicligasta, Monteros, Leales, Trancas y Burruyacu. Tanto Monteros como Trancas sobresalían de los numerosos pequeños núcleos de población que aparecían a la vera de los caminos y fueron denominados “villas” como un primer reconocimiento jerárquico, que se sumaba a la distinción de haber alojado al primer emplazamiento de San Miguel de Tucumán en Ibatín. Con la Constitución Provincial de 1856 se creó el régimen municipal y en diciembre de 1867 Monteros llegó a ese rango por la ley provincial 285 (junto a Famaillá). En 1869, la provincia ya tenía 10 departamentos, entre los que seguía figurando Monteros.
La división de la tierra productiva: una región con minifundios
Las tierras productivas del departamento de Monteros tuvo históricamente una gran división en la propiedad del suelo. El historiador Eduardo Rosenzvaig la vincula con la geografía de la zona, con ríos y arroyos que ya delineaban propiedades desde la época de la conquista española. Paul Groussac advirtió que en el siglo XIX la tierra ya estaba excesivamente dividida y registros de 1874 arrojan que había 1.278 propietarios repartidos en 1.698 propiedades. Esa característica se mantuvo en el tiempo y se consolidó con pequeños y medianos productores de caña de azúcar, que caracterizaron la agroindustria en la provincia a diferencia de otros distritos. Incluso, la llegada del ferrocarril aceleró la fragmentación del territorio, porque las zonas por donde pasarían las vías elevaron notablemente el valor de la tierra.
La principal industria con varias chimeneas apagadas: los ingenios que poblaron la zona
En el departamento Monteros se fundaron seis ingenios: en 1882 surgieron Santa Lucía y San Pablo de Caspinchango; en 1884, La Providencia y en 1890, Santa Rosa. Ya en el siglo pasado, en 1920 comenzó a funcionar el San Ramón y nueve años después, el Ñuñorco, que continúa moliendo junto a La Providencia y Santa Rosa. No hay datos ciertos de cuándo cerró el San Pablo de Caspinchango, en tanto que el Santa Lucía y el San Ramón sufrieron el cierre durante la dictadura de Juan Carlos Onganía. El golpe de la desocupación (del 13,54% en la provincia, según cifras oficiales) fue fuerte entre la población monteriza, que descendió de las 68.325 personas registradas en el censo de 1960 a 61.502 una década después, por la emigración buscando trabajo.
Vías de progreso y crecimiento: la llegada del ferrocarril
El ferrocarril fue un desarrollador clave de los pueblos del interior del país y Monteros no estuvo ajeno. En un principio, el ramal Central Norte pasaba por Simoca y, si bien no llegaba a la ciudad, ya había generado un impacto comercial importante y había impulsado a mejorar el camino para el transporte de pasajeros y mercaderías entre ambos puntos. Tulio Ottonello advirtió que, junto al progreso, también fue vehículo para transmitir enfermedades, En 1885, la empresa Samuel Kelton fue asignada para hacer llegar el tren a Monteros, lo que generó importantes expectativas entre los vecinos, interesados porque las vías pasasen por sus propiedades, ofreciendo incluso terrenos en forma gratuita. Finalmente, el 23 de septiembre de 1889 se inaugura la estación monteriza de El Provincial.
Folclore, poetas y artesanías: la importancia del desarrollo cultural
Monteros es reconocida como tierra fértil de músicos, compositores y escritores. Del 9 al 12 de octubre tendrá lugar la edición 60 del festival nacional Monteros de la Patria - Fortaleza del Folclore, uno de los hitos culturales del municipio. Otra cita consolidada es el Encuentro Nacional de Poetas, Escritores y Cantautores, creado en 1971 sobre el que aún se espera que se anuncie la fecha de realización de este año. También tiene una larga tradición la Feria de Artesanías, que comenzó en 1967, y que tiene a la randa como su producto más importante, en la búsqueda de preservar y darle continuidad a esa creación. Más allá de esos encuentros, la vida cultural no tiene pausa en sus distintas manifestaciones y uno de los lugares más importantes es el recuperado Cine Teatro Marconi.
De una imagen a un milagro y fiesta anual: la devoción a la Virgen del Rosario
En 1573, en Ibatín se emplazó a la Virgen del Rosario en la capilla familiar de los Espinoza de los Monteros “con la finalidad de brindar la correspondiente adoración familiar y asistencia religiosa a sus trabajadores e indios”. Cuando se trasladó la ciudad, hubo resistencia a que se lleve la imagen y quedó en la zona, lo que produjo un aumento de la devoción de los fieles ya que consideraron el hecho como su intercesión directa. El 29 de mayo de 1719, un grupo de mujeres aseguró haber visto un milagro y a partir de allí, a principios de octubre se celebra la fiesta de la Virgen del Rosario. A comienzos del siglo XIX, la parroquia pasó a ser iglesia con edificio propio. Aún crece el festejo anual, con misa y procesión por las principales calles de la ciudad.
La rivalidad entre dos clubes con trayectoria: el vóley es el deporte oficial
“Bienvenidos al infierno” es la frase que recibe a los hinchas al entrar a la cancha de vóley de Social Monteros, creado en 1960 y que llegó a la cima cuando ganó la Liga A1 en la temporada 2004-2005 liderados por Hugo Conte. En 1984, a impulso de Carlos Arquez (junto con José Nicolás Russo, dos de los mayores impulsores de su práctica en la zona) nació su principal rival, Monteros Vóley, que participó también en la Liga Nacional. En ambos clubes se desplegaron otras disciplinas como danza, gimnasia, natación y artes marciales. Declarado deporte oficial del municipio y con varios títulos de la Federación Tucumana de Vóley en su haber, supera en popularidad incluso al fútbol que tiene a Ñuñorco como principal emblema desde su nacimiento en junio de 1941.