Tucumán es territorio compartido por los dos protagonistas de “Mi padre... Cuando el amor todo lo puede”, la obra que se presentará hoy y mañana en el Centro Cultural Virla (25 de Mayo 265) desde las 22.

El protagonista, Miguel Jordán, vivió intensos años protagonizando el teatro local y ha dejado una huella profunda en las tablas de la provincia. Y su partenaire en escena, y además autor del texto y director, Mariano Fernández, es de Bella Vista. Por este motivo, su presencia en la sala universitaria tiene el sabor especial de los reencuentros más que de las visitas de elencos de fuera.

Jordán así lo reivindica: “volver a Tucumán es retornar a inolvidables recuerdos, bellos momentos compartidos, con algunos compañeros que ya no están físicamente, pero siempre en mi mente y en mi corazón; marcó una época muy importante en mi vida personal y artística. Formar parte del Teatro Universitario y del Estable fue de las mejores cosas que me pasaron, junto a grandes artistas y a grandes amigos”.

El actor acredita ya “75 años en esta profesión de mis 86 años de vida, y hacer ‘Mi padre...’ es un sentimiento único, hermoso, pleno, maravilloso que me emociona, porque es un reflejo fiel de la realidad”. La obra parte cuando el hijo estructurado se lleva a vivir al padre desordenado a su casa, y comienzan los conflictos de convivencia. La pregunta es quién cuida a quién, porque los roles se invierten en el tiempo que pasa inexorablemente.

“Mi personaje me lleva por distintos caminos, me hace reflexionar, pensar y sentir como adulto mayor la problemática de la vulnerabilidad en algunos aspectos de mi vida. Mi existencia no me premió con un hijo, pero me dio a Mariano, que es un hijo del corazón, con el cual seguimos recorriendo bellos caminos y momentos. Al subir al escenario veo concretado mi sueño de ser papá”, añade para LA GACETA.

Recientemente, el actor sufrió un robo que incluyó imágenes de tus padres, que no pudo recuperar. “Pero hay cosas que jamás olvidaré. Las fotos que me sacaron eran un tesoro, pero sé que ellos siempre están guiando mis pasos y están a mi lado”, sostiene.

De la radio al teatro

“Después de haber hecho ‘Las heridas del viento’ con Miguel, nació la necesidad de volver a trabajar juntos. No encontrábamos el material adecuado, leíamos una obra, y otra y otra más… pero ninguna nos convencía. Yo escribo radioteatro, y tenía mucho material para dos personajes. En la pandemia, la radio fue mi refugio y todas las historias estaban pensadas para Miguel. Seleccione algunas, las adapté a teatro, le pasé un primer boceto y así comenzó a escribirse ‘Mi padre...’”, evoca Fernández.

- ¿Qué te interesó contar, más allá de la anécdota?

- Me interesó contar el vínculo entre padre e hijo. En estos tiempos en los que la vorágine de la hiperconectividad nos acerca y nos aleja al mismo tiempo. Retomar las buenas costumbre de los pequeños y grandes momentos: Mamá, ¿necesitás algo? Abuelo, ¿tomamos unos mates? Papá, ¿vamos a dar una vuelta? Abuela. ¿vamos a la plaza a conversar? La simplicidad de momentos que a veces parecen insignificantes, es un todo para un adulto mayor… Cuidarlos, valoralos, quererlos y cuidarlos. Estamos acostumbrados a ese mandato establecido desde miles de años, que un adulto mayor cuando se jubila del trabajo, pareciera que lo hiciera de la vida y no es así. Hay que vivir la vida plenamente, no importa la edad…

- Siempre está más presente el vínculo madre-hijo, ¿por qué?

- Creo que el vínculo con la madre es muy especial, siempre se cuentan historias de madre e hijo. En lo personal mi vínculo con ella fue muy fuerte. Lamentablemente falleció el año pasado, me hubiese encantado que estuviese presente en esta obra. El tiempo pasa y tarde o temprano, nos terminamos convirtiendo en los padres de nuestros propios padres.

- ¿Qué implica volver a tu provincia?

– Es un remolino de emociones y sensaciones encontradas. Reencontrarme con mis amigos, mi hermano, mis sobrinos, y conmigo mismo, afrontar la partida de mi “vieja” (me está costando y mucho). Es la felicidad de volver y la tristeza infinita por no poder abrazar a mamá y compartir mi obra, aunque seguramente estará flotando en la sala.