La Primera Nacional entró en su etapa decisiva y, lejos de aclarar el panorama, el torneo expone cada fin de semana la misma imagen: la irregularidad domina a todos. Ningún equipo logra despegar de manera definitiva y, salvo Deportivo Madryn que se sostiene como líder y acaricia un lugar en la gran final por el ascenso, el resto transita en un terreno plagado de dudas. Ese escenario mantiene viva la ilusión de San Martín, pero también lo expone a la necesidad de reaccionar a tiempo. Porque las oportunidades aparecen y los rivales tropiezan. Sin embargo la obligación de aprovecharlas es toda suya.

La goleada frente a Atlanta parecía marcar un punto de inflexión. Fue un partido que devolvió confianza y que ilusionó a los hinchas con un cierre a la altura de las expectativas. Pero la visita a Racing de Córdoba devolvió al “Santo” a las mismas sombras que arrastra desde hace meses. El equipo de Mariano Campodónico volvió a mostrarse frágil, con desconexiones en el mediocampo, desajustes defensivos y una falta de precisión ofensiva que se repite demasiado seguido. Así, lo que pudo ser un despegue quedó en un retroceso.

Ese contraste es el reflejo de lo que sucede en el torneo: la falta de regularidad. Cuando un equipo da un paso adelante, inmediatamente tropieza en el siguiente. Atlanta, que parecía consolidarse como escolta, también se mostró vulnerable en varias jornadas. San Miguel, Gimnasia y Tiro, Patronato y hasta Quilmes alternan victorias y derrotas que no les permiten afianzarse. Todos dejan la puerta abierta. El Reducido, más que un premio, parece un juego de supervivencia donde quien logre encadenar un par de triunfos seguidos puede pasar de la incertidumbre a la ilusión.

El caso de Deportivo Madryn merece un párrafo aparte. El conjunto patagónico no deslumbra, pero sostiene una campaña sólida y práctica que lo tiene en lo más alto de la tabla. Su empate sin goles ante All Boys no lo sacó del primer lugar y, con 57 puntos, ya se anima a pensar en la gran final. Pero no está solo: Atlanta, que llegó a 54 tras vencer a Tristán Suárez, sueña con alcanzarlo en las dos jornadas que restan. Esa pulseada por el liderazgo tiene un efecto directo en el resto: si los de Villa Crespo llegan a forzar un desempate, los espacios en el Reducido serán todavía más disputados.

San Martín aparece en ese segundo pelotón. Sexto en la tabla, con la obligación de ganar lo que queda para aspirar a definir de local en el Reducido. El fixture le marca dos finales: primero Quilmes en La Ciudadela y luego San Miguel en Los Polvorines. En ese cierre se jugará el prestigio de toda la campaña. El “Santo” no logra dos victorias consecutivas desde mayo, cuando derrotó a Arsenal y Colegiales, y repetir esa racha ahora se volvió imprescindible. Sin margen de error, deberá recuperar la intensidad que mostró frente a Atlanta y evitar los titubeos que lo condenaron en Córdoba.

Las voces del vestuario reconocen que el margen se achicó. Campodónico fue claro. “No hicimos uno de nuestros mejores partidos. Tenemos que volver a hacernos fuertes en casa contra Quilmes porque nos jugamos dos finales muy importantes”. Nicolás Castro lo reforzó. “Este resultado nos obliga a sumar de a tres en los dos partidos que quedan. Tenemos que quedar entre los cuatro primeros, es fundamental para definir de local”. Incluso Martín Pino, que había brillado contra Atlanta, mostró su bronca. “Nos faltó convertir, tuvimos las chances pero la pelota no quiso entrar”.

En Bolívar y Pellegrini nadie desconoce que la campaña se definirá por detalles. Lo que parecía un año de protagonismo corre el riesgo de quedar marcado por oportunidades desperdiciadas. Aún así, el torneo todavía le ofrece al “Santo” una última carta. Dependerá de su capacidad para sostener el nivel, dejar de confiarse y mostrar carácter.

La irregularidad del torneo también refleja la paridad de la categoría. No hay equipos claramente superiores y, en ese contexto, cualquier error puede costar carísimo. A la vez, las chances de recuperarse están siempre al alcance de la mano. Por eso, más allá de los lamentos, San Martín todavía depende de sí mismo: si gana sus dos partidos, quedará en una posición expectante y con la chance concreta de soñar en grande.

El Reducido es el único camino que le queda a San Martín

El Reducido se presenta como un terreno tan abierto como imprevisible. La irregularidad de todos mantiene a San Martín con vida. Pero para que esa posibilidad se convierta en realidad, no alcanza con esperar que los rivales tropiecen. Deberá ganar lo propio, recuperar confianza y mostrar que está listo para pelear por el ascenso.

Las últimas dos fechas se transforman en un examen final: o se convierten en el trampolín hacia el gran objetivo o quedarán como la confirmación de un año en el que nunca logró consolidarse. El torneo todavía le tiende la mano, pero San Martín tendrá que demostrar que esta vez está dispuesto a agarrarla con fuerza.