La goleada que San Martín le propinó a Atlanta hace apenas una semana parecía anunciar un despertar, una ráfaga de lucidez en medio de un torneo marcado por la irregularidad. Sin embargo, lo que sucedió en Nueva Italia frente a Racing de Córdoba devolvió al “Santo” a sus viejas sombras. El equipo de Mariano Campodónico volvió a exhibir las falencias que lo habían llevado a dos derrotas consecutivas y desaprovechó otra chance inmejorable de arrimarse a los primeros puestos de la Primera Nacional.
En la previa, el escenario parecía ideal. Los rivales directos habían dejado puntos en el camino y un triunfo en suelo cordobés podía ubicar al “Santo” en la tercera posición. Era la posibilidad perfecta de confirmar lo que se había insinuado en La Ciudadela: un equipo ofensivo, compacto y decidido a ser protagonista. Pero nada de eso ocurrió. Desde el pitazo inicial, San Martín se mostró irreconocible.
La apuesta por una línea de tres defensores terminó costándole caro. El bloque se mostró endeble ante las arremetidas de la “Academia” cordobesa, que aprovechó las dudas y encontró espacios con demasiada facilidad. Nicolás Carrizo, que reemplazó al lesionado Darío Sand, tuvo un estreno con altas y bajas. El esfuerzo del “1” no alcanzó para tapar los huecos que dejó una defensa desordenada.
El mayor problema, sin embargo, estuvo en el mediocampo. Allí donde debía gestarse el control del juego, reinó la desconexión. San Martín no logró hacerse dueño de la pelota ni marcar el ritmo del partido. Las líneas quedaron separadas y, como consecuencia, el ataque se quedó sin alimento. Martín Pino pasó desapercibido, sin balones claros para lastimar, mientras que Franco García no pudo repetir la actuación de la semana pasada. En esta ocasión, los silbidos de la hinchada local lo acompañaron durante gran parte de la noche y su influencia en el trámite fue nula.
El “Santo” cayó en la trampa de su propia ineficacia. Cada pelota perdida en la mitad se transformaba en un avance con peligro de los cordobeses. El retroceso fue lento y las coberturas tardías. Apenas en el tramo final, cuando el local comenzó a aflojar, San Martín se animó a adelantar líneas y rozó el empate. La chance más clara llegó en los pies de Gonzalo Rodríguez, que tuvo la igualdad en la última jugada del partido, pero su remate se fue desviado y el lamento quedó flotando en el aire.
La derrota golpea más por lo que se dejó escapar que por el resultado en sí. El triunfo contra Atlanta parecía un punto de inflexión, pero la falta de regularidad vuelve a poner en duda las aspiraciones del equipo. Con apenas dos fechas por delante, el margen de error se achica al mínimo. Si San Martín no logra encontrar una versión más equilibrada y sostenida, corre el riesgo de tirar al año a la basura.
La sensación es que la ráfaga de lucidez fue apenas eso: un chispazo aislado. El desafío para Campodónico y sus dirigidos es transformar ese destello en una identidad constante. De lo contrario, lo que pudo ser una campaña de protagonismo quedará reducido a un cúmulo de oportunidades desperdiciadas.