En Argentina, la pobreza alcanzó a casi uno de cada tres trabajadores en 2024. Según un informe de Fundar, el deterioro del mercado laboral en la última década se tradujo en más empleo informal, pérdida de ingresos y un crecimiento del cuentapropismo de baja calificación. Este fenómeno abarca a unos 4,3 millones de personas, una quinta parte de la fuerza laboral.
El dato central refleja un cambio de época: contar con un empleo ya no alcanza para evitar la pobreza. Las ocupaciones informales, de baja productividad y con escasa protección social se convirtieron en la principal salida laboral en medio de un escenario de estancamiento económico.
Quiénes son los trabajadores más afectados
El cuentapropismo de baja calificación es un universo heterogéneo. La mayoría son varones y personas de más de 45 años, que encuentran en estas actividades una alternativa frente a la falta de empleo asalariado. Sin embargo, los jóvenes y las mujeres representan el sector más vulnerable: en la franja inestable, que abarca al 41,4% del total, las mujeres son el 57,4% y los jóvenes hasta 25 años el 12,5%.
El nivel educativo es otro factor clave. Casi la mitad de los cuentapropistas de baja calificación no terminó la secundaria, y solo el 8% logró estudios superiores. Además, ocho de cada diez no utilizan ningún tipo de tecnología en sus tareas. Las principales ocupaciones se concentran en la comercialización directa (30,1%), la construcción (18%), la industria (13,6%), el cuidado de personas (8,2%) y la reparación (7,1%).
Pobreza y políticas para revertir la tendencia
El informe señala que casi la mitad de los cuentapropistas de baja calificación (46,5%) son trabajadores pobres. El 28,6% de ellos vive en hogares que reciben transferencias como la Asignación Universal por Hijo o la Prestación Alimentar, aunque esos montos representan solo el 3,6% de los ingresos familiares.
Las recomendaciones de Fundar apuntan a reforzar políticas educativas como el programa Progresar, mejorar y certificar competencias laborales, facilitar la formalización con monotributo subsidiado, y transformar las unidades de subsistencia en proyectos productivos sostenibles con financiamiento e infraestructura.
Por último, los especialistas advierten que asegurar pisos de ingresos resulta clave para que ningún trabajador quede por debajo del costo de vida. Complementar esas medidas con protección social permitirá reducir la brecha entre quienes tienen un empleo y quienes aún así permanecen en la pobreza.