La avenida Mate de Luna, por la que circulan, según se estima, unos 50.000 vehículos por día, es el eje histórico de la comunicación vial de la capital tucumana con la zona Oeste. Del estado de su infraestructura vial -pavimento y semáforos, principalmente- y del uso que se le da depende que esa comunicación sea fluida o plagada de inconvenientes. Con cierta frecuencia, algunos problemas puntuales y otros estructurales dan lugar a molestias que son resueltas según la urgencia del caso, como ocurre con el ya clásico derrame de líquidos en la esquina con Castro Barros, que recibe arreglos que siempre duran cierto tiempo hasta que el líquido vuelve a aparecer.
En la Mate de Luna se da una circunstancia singular, que se repite en su continuación hacia el Oeste, la avenida Aconquija: la calzada norte siempre está más deteriorada y genera más inconvenientes a los usuarios que la sur. En Yerba Buena parece ser por la diferencia de altura de las calzadas y por la evidente dirección en pendiente desde noroeste hacia el sudeste de las corrientes de agua; en la Mate de Luna la causa no se ha dado a conocer,
Lo cierto es que desde el final de la avenida 24 de Septiembre, a metros del semáforo de Casal, un enorme bordo junto a la línea blanca peatonal obliga a los conductores a frenar sus vehículos para evitar el golpe en la carrocería. Ya en la Mate de Luna, son notorias las irregularidades del pavimento apenas se atraviesa la avenida Mitre; luego, junto al monumento al Bicentenario y en la esquina con Alberti; y ya una elevación en el pavimento junto al pasaje Roma obliga a motociclistas y ciclistas a frenar de golpe o a hacer maniobras de riesgo. Lo mismo ocurre 50 metros al oeste de avenida Ejército del Norte, y se suman dos bordes, en la esquina de Paso y 50 metros antes de Necochea. También en Castro Barros hay una notoria protuberancia junto a al semáforo del lado norte, que se repite en el lado sur -esquina Pedro Medrano- como una elevación que obliga a los conductores a bajar de golpe la velocidad. Ni qué hablar de la placa de pavimento levantada en el lado norte, 30 metros antes de llegar a la avenida América. Algunos baches han sido reparados, como el que había cerca del Cristo, aunque hay charcos que reaparecen en ambos lados de la avenida, a la altura de Boyacá y Olegario Andrade, como se señaló hace días en una carta de lectores.
La avenida ha sido repavimentada hace unos cuatro años y el sector sur, como decimos, aunque tiene irregularidades se ha mantenido en mejores condiciones para el intenso tránsito. No así la calzada norte, que es escenario de frenadas y de malestares de quienes circulan por ella, sobre todo motociclistas y ciclistas, los más afectados por los golpes que les generan las irregularidades. Sería importante que, en el marco del programa amplio de repavimentación, enfocado desde las márgenes al centro, se considere la posibilidad de reparar todos los baches, eliminar los resaltos y encarar un programa de mantenimiento integral de la Mate de Luna, acorde con el uso que tiene y su importancia en la circulación.