La figura de Yiya Murano, conocida como “la envenenadora de Monserrat”, vuelve a generar polémica a décadas de los crímenes que la hicieron tristemente célebre. Flow prepara una serie basada en su historia, con un elenco de lujo que incluye a Julieta Zylberberg, Cristina Banegas, Pablo Rago, Mónica Antonópulos, Cecilia Dopazo, Diego Cremonesi y Carlos Portaluppi. Sin embargo, el estreno todavía no llegó y ya enfrenta críticas desde el entorno familiar.

El más enérgico en manifestarse fue Martín, el hijo de Murano, quien expresó su disgusto en diálogo con Puro Show: “No tengo absolutamente nada que ver. Me enteré que estaban haciendo la miniserie cuando estaban grabando el último capítulo”.

Martín relató que, tras descubrir el proyecto, decidió actuar por vía legal: “Cuando me entero hablo con mi abogada y enviamos una carta documento preguntando si realmente estaban haciendo una miniserie, porque no me atendía ninguno de los productores. Después de varias charlas les cedí los derechos únicamente para esta miniserie. Lo que van a ver no tengo ni idea porque yo no participé en nada”.

Sobre el contacto con los responsables de la producción, fue irónico: “Me llaman por teléfono, me citan y es como que me llames para preguntarme si me gusta la milanesa con papas fritas cuando ya está servida arriba del plato”.

El hijo de Murano también marcó límites claros: “Hay dos cosas que no permito a nadie que toque para mal: la memoria de mi viejo y la memoria de mi verdadera madre, Ignacia, la señora que me crió. Se meten mal con la memoria de ellos dos y se pudre todo”.

Martín, que no tuvo relación con su madre biológica, fue categórico: “No tenía ninguna relación con Yiya. Ella era una asesina serial que lo único que hizo fue traerme al mundo”.

Para cerrar, lanzó una frase que resume su postura: “Para ver ficción, prefiero ver una película de Stallone”.

La serie de Flow sobre Yiya Murano promete revivir uno de los casos policiales más impactantes de la historia argentina, pero el rechazo del hijo de la protagonista vuelve a poner en debate los límites entre el derecho a la ficción y el respeto a la memoria de las personas involucradas.