Por Carlos Cámpora
Para LA GACETA - BUENOS AIRES
Innumerables notas se han dedicado a la exitosísima película argentina Homo argentum. Nos referiremos a ella desde un ángulo diferente: la comparación entre la película argentina y el film italiano Los monstruos. La comparación nace de declaraciones de Guillermo Francella, quien mencionó la película italiana como inspiradora de su último film. El actor fue el que les propuso a Mariano Cohn y Gastón Duprat, creadores de Homo argentum, que habría que hacer algo similar a Los monstruos, adaptándolo a la idiosincrasia argentina.
Para poder establecer la mencionada comparación, es necesario recordar aspectos de ambas películas. Sobre el filme argentino, dada la difusión alcanzada, lo haremos muy brevemente. Este está estructurado en 16 episodios cortos, en los cuales el protagonista es Francella con diferentes caracterizaciones. La acción se ubica en la actualidad y trata de reflejar a personajes del ámbito urbano.
Los monstruos (1963) fue dirigida por Dino Risi y protagonizada por dos renombrados actores, Ugo Tognazzi y Vittorio Gassman. Con diferentes caracterizaciones, ambos intervienen en los 20 episodios del film, usualmente alternándose en ellos y en unos pocos compartiéndolos.
Como su título da a entender, Los monstruos refleja -en todos los episodios- comportamientos de personajes egoístas, falsos, hipócritas, sin escrúpulos. Veamos tres ejemplos para comprender en concreto el “tono” predominante. El primer episodio narra las distintas enseñanzas de un padre a su hijo; le enseña es a mentir, a ser egoísta, a aprovecharse de otros. En otro sketch, titulado irónicamente “Como un padre” (aclaración: la mayoría de los episodios llevan títulos irónicos), un hombre joven sospecha que su esposa lo engaña y recurre a los consejos de un hombre mayor en quien confía; este acepta ayudarlo, pero en verdad es precisamente el que tiene un amorío con la mujer. En otro episodio dos huérfanos mendigan, uno de ellos -ciego- entona canciones y el otro recoge las limosnas; un oculista se acerca al segundo (sin que el ciego se entere) y le dice que él puede hacer que recupere la vista sin cobrarle nada por ello; este le agradece mucho al médico, pero en vez de comentárselo al ciego, lo lleva a otro lado para que continúe con sus canciones y seguir así obteniendo las limosnas.
Si se compara las dos películas, pronto se ven dos evidentes coincidencias: ambas están estructuradas en numerosos y breves episodios, y en cuanto a los protagonistas todos los sketches tienen al mismo o a los mismos.
Sin embargo, también hay claras diferencias. Si bien con matices humorísticos, el “tono” de la película italiana es en todos los episodios el de una crítica muy ácida, cáustica. En cambio, en el filme argentino, aunque algunos episodios tienen un tinte crítico, nunca alcanzan la dureza de la italiana e incluso muchos son sólo humorísticos. Asimismo, en cuanto a los personajes, en distintos grados, todos los retratados en la película italiana presentan actitudes notoriamente censurables. En el filme argentino, si bien algunos personajes son claramente cuestionables, en la mayoría la crítica es leve o nula. Además, la película italiana logra emocionar hondamente, conmover, especialmente en el último (y posiblemente mejor) episodio de todos, el de los boxeadores, en el cual intervienen Tognazzi y Gassman, donde el que causó un grave daño termina acompañando a su víctima. El filme argentino, aun en el caso de algún episodio en el cual se intente emocionar (como el de los padres que despiden a su hija que se va del país), no muestra la potencia, la hondura del italiano.
Por supuesto, como con todo producto cultural, ambas películas admiten diversas lecturas. Desde nuestro punto de vista, es cierto que Homo argentum se parece a Los monstruos en su aspecto formal (numerosos episodios actuados por el mismo o los mismos protagonistas). Sin embargo, en los aspectos sustantivos (el “tono” elegido, los rasgos de los personajes, la capacidad de emocionar), el film argentino aparece más tenue, más lavado que el italiano.
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Carlos Cámpora - Licenciado en Letras (UBA), doctor en Ciencias Sociales (UBA)
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