Durante años, la vida de los sacerdotes ha estado rodeada de rumores y misterio: ¿cuánto ganan? ¿Viven cómodamente? Gonzalo Portillo, de 24 años y párroco en Santiago el Mayor de Totana, Murcia, ofrece una mirada sincera desde dentro del sacerdocio, revelando que su sueldo es menor que el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y explicando las renuncias que implica esta vocación.

La vida de un sacerdote joven en España

Gonzalo Portillo no esquiva ningún tema. Desde su día a día hasta cuestiones personales, ofrece una visión realista del sacerdocio. Participó en entrevistas donde habló de su postura sobre la homosexualidad, la masturbación, la comunidad LGTBI, la Eucaristía y la vida después de la muerte. Pero cuando la conversación llegó al dinero, no dudó en ser transparente.

Sueldo de un cura en España: menos del salario mínimo

“El sueldo es mínimo”, asegura Portillo. Su nómina no llega a 1.100 euros, por debajo del SMI. Explica que, aunque puede permitirse algún pequeño lujo, su vida no gira en torno al dinero: “Vives para entregar, no para acumular”, dice. La vocación, para él, es lo más importante.

 Beneficios no monetarios del sacerdocio

A pesar del salario reducido, los curas cuentan con ventajas materiales: viven en la parroquia, no pagan luz ni agua y no tienen hijos que mantener. Para quienes atienden varias parroquias o enseñan en seminarios, existen pequeños complementos, aunque poco significativos. La economía está pensada para cubrir lo esencial, mientras la entrega a la comunidad sigue siendo la prioridad.

Vocación desde la infancia

Portillo recuerda que sintió la llamada de Dios siendo niño y que, aunque intentó ignorarla en la adolescencia, finalmente decidió entrar en el seminario. Completó siete años de formación: dos de Filosofía, cuatro de Teología y un año de prácticas pastorales. Para él, la vocación es lo primero, más allá del sueldo.