De la ilusión al desencanto en apenas unos meses. La primera rueda mostró a un equipo sólido, efectivo y con aires de candidato, capaz de sumar más del 60% de los puntos en juego. La segunda parte del torneo, en cambio, desnuda la cara opuesta: apenas un tercio de efectividad, derrotas dolorosas y un rendimiento que lo empuja a pelear por no quedar afuera del Reducido. Dos mitades de un mismo torneo que parecen hablar de clubes distintos, aunque se trate siempre del mismo: San Martín.

Arranque que ilusionó

En los primeros 17 partidos, el equipo bajo la conducción de Ariel Martos sumó 31 puntos de 51 posibles, con ocho victorias, siete empates y apenas dos derrotas. El porcentaje de efectividad fue del 60,7%, números de equipo candidato. Lo más llamativo fue la regularidad: mostró solidez defensiva, capacidad de respuesta en momentos adversos y un plantel que parecía adaptarse rápido a la idea del entrenador.

La línea de cuatro bien parada, un doble “5” equilibrado y la aparición de refuerzos que se acoplaron con rapidez permitieron que San Martín se mantuviera invicto durante 13 jornadas. Hubo partidos en los que la figura fue Darío Sand, clave con sus atajadas, pero también encuentros en los que el funcionamiento colectivo le permitió imponerse, como frente a Patronato o Deportivo Maipú, cuando supo defender las ventajas con inteligencia.

Inicio del derrumbe

La historia cambió radicalmente en la segunda mitad. En 13 partidos, el equipo apenas logró tres triunfos, cuatro empates y seis derrotas, con 13 puntos de 39 en juego. Eso equivale a un 33,3% de efectividad, casi la mitad de lo producido en la primera parte del campeonato.

El contraste es evidente: de candidato a líder pasó a un equipo que pelea por no quedar fuera del Reducido. Martos dirigió siete de esos encuentros, pero tras la derrota frente a Gimnasia y Tiro le dejó su lugar a Mariano Campodónico. Con el nuevo DT, los números tampoco mejoraron: en seis presentaciones consiguió una victoria, dos empates y tres derrotas, con un rendimiento del 27,7%.

¿Qué cambió?

Las estadísticas revelan la magnitud de la caída, pero el juego también ofrece respuestas. En la primera rueda, San Martín construyó una identidad: compacto, difícil de vulnerar y con ataques verticales que le daban rédito. En la segunda, los problemas se acumularon:

- La defensa perdió solidez y quedó expuesta en los retrocesos.

- El mediocampo, antes corazón del equipo, se volvió impreciso y sin generación.

- En ataque, la efectividad se desplomó: de ser un conjunto que lastimaba con poco, pasó a uno que necesita demasiado para generar una chance clara.

- El factor anímico también influyó. La seguidilla de derrotas golpeó la confianza de un plantel que venía con expectativas altas tras las finales del año pasado. La presión de la hinchada, sumada a las dudas en la toma de decisiones de los entrenadores, potenció la sensación de derrumbe.

El saldo de los dos DT

Martos cerró su ciclo con 24 partidos: 10 ganados, nueve empatados y cinco perdidos. Sus números, aunque irregulares, se sostienen en buena medida por la primera rueda. Campodónico, en cambio, todavía no logró enderezar el rumbo: el equipo no consigue una racha positiva y cada vez depende más de lo que hagan los rivales directos.

Restan cuatro fechas para el final del torneo y San Martín está obligado a reaccionar. La matemática aún le da chances de llegar al Reducido, pero el presente exige una autocrítica profunda. El equipo necesita reencontrarse con la intensidad y la disciplina táctica que mostró en los primeros meses del año.