Lola Mora
Autora: Marcela Vignoli
Lola Mora reveló poseer una audacia, una capacidad de emprendimiento y unas convicciones nada frecuentes. El emplazamiento de la estatua a Alberdi adquirió connotaciones singulares, ya que expresó el avance al que había llegado Tucumán con sus bibliotecas populares, conferencias, comercios e industrias. El arte público se incorporaba a esta imagen de modernidad, en la que la universidad provincial constituiría su mayor aspiración.
Margarita Todd
Autora: Marcela Vignoli
Hacia fines del siglo XIX algunas maestras tucumanas intentaban incorporarse a un mundo asociativo, literario y cultural que comenzaba a perder la lógica masculina. Con el cambio de siglo, ese mundo se abrió a tales aspiraciones. En ese ambiente, Todd -como otras pioneras- se vinculó e interactuó con actores de diversos orígenes, con quienes compartía inquietudes, y pudo instalarse como una figura de indiscutible referencia.
Concepción Prat Gay de Constenla
Autora: Eugenia Crusco
Su colaboración con la universidad, el periodismo y la gestión y producción audiovisual, campo en el que fue pionera, evidencia una multiplicidad de facetas. Durante la década de 1950 comenzó a escribir y a producir documentales y largometrajes, con el afán de plasmar la compleja realidad cultural del norte argentino, siempre con un profundo compromiso con la identidad regional.
Dorothy Ling de Hernando
Autora: Lucía Reyes de Deu
Nacida en Londres, se naturalizó argentina viviendo en Tucumán, en marzo de 1951. En la UNT encontró un espacio de libertad y creatividad para ejercer la docencia. Dejó huellas profundas en la Escuela Sarmiento y en los orígenes de las actuales facultades de Artes y de Educación Física. Impulsó cambios -desde la música hasta el cuidado del cuerpo- en una universidad que estaba ávida por incorporar toda clase de innovaciones.
Olga Doz de Plaza
Autoras: Alejandra Golcman y Marcela Vignoli
Tuvo un rol destacado en la gestación de las condiciones institucionales para la creación de la carrera de Psicología de la UNT y del Colegio de Psicólogos. Tras la recuperación democrática de 1983 se inició un proceso de autonomía en la carrera que culminó a mediados de los años 90 con el nacimiento de la Facultad de Psicología. Doz de Plaza fue partícipe e impulsora de todos estos cambios, los que combinó con su intensa vida profesional.
Yolanda Ortiz
Autoras: Marcela Vignoli y Florencia Sayago
A fines de la década de 1940 emigró junto a su familia a Buenos Aires, donde estudió Ciencias Químicas en la UBA. Su interés en los problemas medioambientales la llevó a formarse en Europa y al regresar asumió cargos en el Gobierno nacional. Figura respetada a nivel mundial, en 2010 la UNT la declaró Ciudadana Ilustre. Lleva su nombre la “ley Yolanda”, que establece la formación en medio ambiente a quienes trabajan en el sector público.
Blanca “Chula” Saad
Autora: Antonella Aparicio
Recibida de arquitecta en 1953, creció en el fragor de una generación apasionada, lo que la llevó -por ejemplo- a desempeñarse en la Cuba posrevolucionaria. Fue una profesional comprometida y una docente dedicada, pionera en lo que hace a la presencia de mujeres en áreas de trabajo, con gran capacidad de negociación en los proyectos de gestión pública -convocada para áreas de planificación- y en el ámbito privado, donde dejó un rico legado.
Elsa Margarita Moreno
Autora: María Estela Fernández
Sus contribuciones en el área de la salud materno-infantil (en particular) y de la salud pública (en general) la distinguen como una figura excepcional, proyectada desde Tucumán al mundo. Tras obtener dos títulos -Farmacia en 1954 y Medicina en 1958- empezó a ejercer como pediatra, pero pronto se abocó a la elaboración de políticas sanitarias. Fue una figura clave en la Organización Panamericana de la Salud y ejerció la docencia en la UNT.
Leonor “Chichí” Colombo de Cudmani
Autora: Cristina Garat
En 1954 egresó como la primera mujer licenciada en Física de la UNT y es en la enseñanza de esa disciplina donde dejó una huella imborrable. Escribió libros y tuvo un rol central en la fundación de la Asociación de Profesores de Física de la Argentina. Fue distinguida como Profesora Emérita de la UNT y el Laboratorio de Física Experimental, en la Facultad de Ciencias Exactas, lleva su nombre.
María Isabel Jiménez
Autora: Giselle Lanús
Su vida académica y profesional estuvo ligada a la Universidad Tecnológica Nacional, en la que se graduó como ingeniera electricista, y de la que fue docente y decana, la primera en acceder a un puesto de esa jerarquía en la educación superior tucumana. Su gestión estuvo orientada a profundizar el trabajo social de la UTN, integrándola con la comunidad. Fue secuestrada el 28 de mayo de 1977 y se encuentra desaparecida.
PUNTO DE VISTA
Marcela Vignoli
Doctora en Humanidades-historiadora, investigadora adjunta-Conicet, docente Facultad Ciencias Naturales e IML
En diciembre de 2022 me contactó Soledad Martínez Zuccardi, directora de Edunt, con la propuesta de escribir un libro que recuperara la historia de las mujeres vinculadas con la cultura y con la educación en Tucumán, tópicos sobre los que venimos trabajando con mi equipo de investigación desde 2011.
La directora de la editorial tenía la idea de que fuese una antología que integrara una colección, aunque en ese momento su propuesta inicial era que las protagonistas fueran maestras. Luego, en distintas reuniones, coincidimos en un libro sobre mujeres destacadas de la universidad que permitiera ampliar la mirada sobre nuestra Casa de estudios, al tiempo que dé cuenta de las nuevas vertientes dentro de la historia social.
Todas estas mujeres fueron maestras, porque en aquella época las mujeres primero se recibían de maestras, por lo que el libro muestra cómo el magisterio era uno de los pocos caminos posibles y legítimos para la profesionalización de las mujeres y su emancipación económica. Entonces, a través de este libro es posible identificar desde temprano casos de maestras que fundaron bibliotecas (como en el Círculo del Magisterio), crearon revistas, escribieron libros, publicaron sus obras, tomaron la palabra públicamente y también siguieron estudios superiores en nuestra universidad.
Un año después de dar forma a esta idea, presentamos los resultados de cada investigación en un seminario interno que se llevó a cabo en el Centro Científico Tecnológico de Tucumán y contó con la participación de invitadas especiales, además de la directora de Edunt y el equipo del Ministerio Público Fiscal.
La propuesta
Me parecía fundamental partir de la idea de que los orígenes de la UNT han estado siempre asociado a varones, integrantes de la llamada “generación del Centenario”, quienes habrían dado lugar a la creación de la universidad. Nuestro libro amplía esa mirada e incorpora a otros actores: las mujeres, las maestras y los maestros que formaron parte de un clima de sociabilidad de índole cultural y educativa, que se articularon en torno a bibliotecas populares y centros de estudios, y que dieron impulso a la idea de creación de una Casa de altos estudios.
Al respecto, un caso paradigmático es cuando Lola Mora llega a Tucumán para emplazar sus estatuas, sobre todo la de Alberdi, ya que coincide con el lanzamiento de los cursos libres que impulsaba Juan B. Terán como preparación para la creación de la universidad. Incluir a Lola Mora nos pareció importante porque ella simboliza ese clima preuniversitario en el que Tucumán buscaba afirmarse como centro regional, tanto con la futura universidad como con obras escultóricas de gran relevancia, ambas cuestiones aludidas por el propio Terán.
Protagonistas
La selección de mujeres no fue sencilla. Primero diseñamos la propuesta y luego fuimos armando el equipo de trabajo. Finalmente quedó un recorte que incluye a mujeres vinculadas al clima protouniversitario, como Lola Mora y Margarita Todd, quienes no formaron parte de la UNT pero sí del ambiente cultural previo. Luego aparecen figuras menos conocidas, destacadas en distintos ámbitos, que permite recorrer las décadas del 20 al 70, cuando se consolidaron instituciones como el Instituto de Folclore o la carrera de Psicología, o cuando ingresó la primera mujer a la carrera de Física.
El libro muestra que sus trayectorias no están aisladas, sino ligadas a las instituciones que impulsaron sus carreras, a redes de solidaridad con otras mujeres y a un contexto político, provincial, cultural y económico. También busca abarcar la mayor parte de las disciplinas. Así aparece, por ejemplo, Concepción Prat Gay de Constenla, a quien consideramos la primera realizadora de cine de Tucumán; Elsa Moreno, que primero estudió Farmacia y luego Medicina, para dedicarse a la salud pública; “Chichí” Colombo de Cudmani, la primera egresada de Física; o la ingeniera María Isabel Jiménez, decana de la UTN desaparecida durante la última dictadura, que llevó adelante una amplia tarea de vinculación entre la universidad y el espacio público.
La obra
Respetamos la idea original de la antología: cada capítulo va acompañado de un escrito de estas mujeres, o, como en el caso de Blanca “Chula” Saad, con alguno de sus planos.
El aporte de estas mujeres tuvo un impacto real en la sociedad tucumana. Me interesa remarcarlo porque uno de los ejes del libro es mostrar cómo el hacer de ellas -en sus estudios, en la creación, en la investigación- mejoró la vida de las personas. Basta pensar el rol de Olga Doz de Plaza en la creación de la carrera de Psicología o en el compromiso de Elsa Moreno para reducir la mortalidad infantil en la provincia, por mencionar solo dos ejemplos. La universidad, a través de ellas, irradió conocimientos y acciones concretas hacia la comunidad.
Otro rasgo particular del libro es que todas las protagonistas son mujeres, y también lo son las autoras. Cuando armamos el índice, empecé a contactar a investigadoras que habían trabajado sobre estas figuras o que podían interesarse en hacerlo. Algunas escribieron por primera vez sobre ellas en este libro: Eugenia Crusco, por ejemplo, sobre Concepción Prat Gay, o Antonella Aparicio sobre “Chula” Saad. También Cristina Garat, que investigó a la primera egresada de Física. El grupo de autoras es ecléctico: hay historiadoras, una abogada, una doctora en Filosofía, especialistas en arte, sociología, psicología, letras. Ese mosaico refleja la diversidad de las propias protagonistas.
Un ejemplo interesante es el capítulo de Lucía Reyes sobre Dorothy Ling de Hernando. Ella fue clave en la incorporación de Artes en La Facultad de Educación Física y desarrolló un proyecto educativo innovador, articulando música, arte y cuidado del cuerpo, algo de avanzada para su época.
Para destacar
El valor más importante del libro es que ofrece una historia más amplia de nuestra UNT, con un enfoque que hasta ahora había sido poco explorado: la participación de las mujeres. Cuando pensamos en 1914, fecha de la creación de la universidad, tendemos a imaginar que todo giraba en torno a varones -fundadores, estudiantes, egresados, profesionales-. Pero no fue así. Desde el comienzo hubo paridad en la matrícula, e incluso hubo momentos en que las mujeres fueron mayoría entre las egresadas. Y este libro muestra que los estudios superiores y la ciencia también formaba parte del horizonte de expectativa de las mujeres instruidas.
El libro rescata historias poco conocidas, pero no lo hace desde una mirada meritocrática individual, sino mostrando cómo esas trayectorias se dieron gracias a la existencia de una institución fuerte que las contuvo e impulsó. Al mismo tiempo, ellas contribuyeron a crear un clima de trabajo colectivo, basado en buenas prácticas, establecieron relaciones con otras mujeres y con varones, fundaron institutos y proyectos que siguen vigentes hasta hoy. Por eso creo que el mayor aporte es ayudar a escribir una historia más inclusiva de la universidad.